—Christian, vamos contigo.
Al ver a Christian correr apresuradamente hacia afuera, el señor Castro, Hugo y varios miembros jóvenes de la familia Castro lo siguieron rápidamente.
Habían venido al sur con la intención de darle una sorpresa a Lucía.
Pero ahora, lo que nunca habían imaginado en sus sueños se convirtió en una pesadilla: Lucía había sido secuestrada por delincuentes y estaba en peligro.
Preocupados y ansiosos, no podían quedarse quietos en ese momento.
—No es necesario.
—Señor Castro, puedo ir a rescatar a Lucía yo solo. Si aún están preocupados, pueden unirse más tarde con la gente de la familia Rivera.
Christian no se detuvo y se movió a una velocidad asombrosa.
Ir solo le permitiría llegar más rápido, y llevar al señor Castro y los demás solo sería una carga.
—Está bien.
El señor Castro y los demás sabían que tenían habilidades limitadas y no podrían ser de mucha ayuda a Christian. Así que se detuvieron y observaron cómo se alejaba.
—Christian, después de rescatar a Lucía