—Abuelo, Christian ya les advirtió antes, no debían darle medicamentos al tío Germán, pero insistieron en no escuchar —suspiró Carmen con tristeza.
Germán era su tío, y ahora, al ver que Germán no escuchó las advertencias de Christian y falleció repentinamente, se sentía triste y frustrada.
El señor Rivera finalmente se dio cuenta de la situación como si le hubieran arrojado un cubo de agua fría. Antes, había creído que Christian era un estafador y no creía una palabra de lo que decía. Pero ahora, finalmente entendió que lo que Christian había dicho antes era cierto y no palabras vacías.
Germán había muerto en el acto debido a la ingesta imprudente de medicamentos. Lamentablemente, se dio cuenta demasiado tarde.
Justo en ese momento, el ruido en la sala despertó a Paloma, que había vuelto a su habitación para descansar, junto con la esposa de Germán, Adelina Hernández. Luego, Adelina ayudó a Paloma a salir de la habitación.
—Isidora, ¿qué está pasando aquí? —preguntó Adelina confundida