Si el cultivo de Andrea solo hubiera sido de nivel avanzado de gran maestro, derrotarla habría sido sin duda una tarea sencilla.
—Pequeña, permíteme mostrarte mis habilidades —desafió Leonardo, señalando en dirección a Andrea.
—Viejo, a pesar de que eres mucho mayor que yo, ¿realmente te atreves a desafiarme? —se burló Andrea.
El rostro de Leonardo se ruborizó por la burla, pero no pudo encontrar palabras para responder.
—Pequeña, no te jactes demasiado —advirtió Leonardo fríamente—. Los tres, habiendo subestimado a nuestra familia Gallegos, hoy aprenderán una lección y comprenderán el poder de la familia Gallegos.
—Christian, parece que este anciano es bastante competente. Supongo que no puedo vencerlo, así que te lo dejo a ti —reconoció Andrea con humildad.
—Bien, protégete a ti misma y a Carmen —asintió Christian. Se alejó rápidamente y se detuvo a unos tres metros de Leonardo, justo en frente.
—Muchacho, ¿quién eres tú? —preguntó Leonardo con desprecio—. Deja que esa niñita venga a