Cuando era una mortal solía pensar que el tiempo era efímero, un afanoso empedernido que acosaba a quienes lo vivía a correr tratando de seguir su ritmo pero, ahora, en penumbras solo puedo pensar en que solo es un vejestorio que apenas y puede funcionar. Siento que estoy estancada en un bucle cruel y doloroso que aviva mis penas sin remordimiento.
Como era de esperarse, aquella noche donde mi supuesto mate me traiciono generandome un dolor sobre otro dolor que me llevo directo a la inconsciencia, no morí y eso me lo hizo saber Amos, ese el el nombre de mi querido torturador personal, pues tiempo después vino y siguió mostrándome todo lo aprendido con sus anteriores experimentos. Para mala suerte mía mi ADN es muy adaptativo y ahora resulta que también soy una bruja. Amos estuvo ansioso un buen tiempo esper