– ¿Qué hace él aquí?
Me preguntó Federico sin quitarle los ojos de encima a medida que avanzaba hacia nosotros. Su voz era casi un susurro, pero un susurro gutural, muy ronco y grueso. – No lo sé la verdad, salí sin decirle a dónde iba, estaba dormido, no pudo saberlo – ¡¿Dormiste con él anoche?! Esta vez su voz sonó mucho más molesta y amenazante ¿Cómo puedo ser tan estúpida y haber soltado eso? No me di cuenta de la gravedad de mis palabras hasta que escuché su pregunta – Lo siento, yo no pretendía que esto fuera así. Quería hablar contigo a solas y tratar de comprender toda la situación en la que estamos metidos. Mi intención nunca fue buscar problemas