Ana reposa sobre la cama , aún ideando la manera de desviar de Pablo la atención sobre su movilidad en las piernas. Si llega a sospechar no podrá seguir evadiendo el veneno. Está segura de que la obligarán a comer y no la dejaran sola ni un segundo. De pronto la puerta se abre y Sofia forzando una sonrisa entra sin pedir permiso.
—¿ Por qué entra así , Sofia? Pudo tocar antes.
—Perdone señora. Es que estaba muy preocupada. Me dijo Julia que la encontró en el piso. Nunca antes había sucedido algo así. ¿ Será que está empezando a tener fuerzas en sus piernas? … Eso sería… Genial — dice con un gesto de falsa sonrisa. Ana respira hondo. Le advirtió a Julia que no dijera nada pero descaradamente la ha desobedecido. Entonces hace una negación.
—¿ Cómo crees , Sofia? Que más quisiera yo. Pero estas piernas están inertes, pareciera que no fueran mías. No puedo sentirlas por más que intento — finge tristeza cuando lo que está es angustiada. Sofia sonríe y se acerca más.
— Le he traído