El alma gemela de Nerea le pidió el divorcio para poder estar con su nueva novia. Al mismo tiempo, tiene que superar una experiencia traumática y mantenerse alerta en caso de volver a ser atacada como lo fue hace un año atrás. Es dulce, amable y positiva a pesar de todo. Su personalidad ilumina un salón al entrar. ¿Y Nicholas? Él es su nuevo guardaespaldas, alguien totalmente diferente. Lo que los une es la soledad y el dolor. Tras conocerlo, Nerea comprobará la teoría de si los opuestos se atraen. Poco a poco comenzará a obsesionarse con él, incluso si su corazón le pertenece a alguien que no la quiere. La verdadera pregunta es si el témpano de hielo podrá sentir algo hacia ella además de enojo. Ella ve más allá de sus cicatrices y él más allá de su dolor. Eso es lo que los une y al mismo tiempo los separa a kilómetros de distancia.
Leer másUn año atrás.
[Perspectiva de Nerea]Había un millón de razones por las que no debía estar en la calle, ni en ese lugar. Sobre todo, por la sangre que estaba perdiendo. Tenía que ir a un hospital, lo sabía. El problema radicaba en que al mismo tiempo alguien me estaba siguiendo. Supe que no iba a sobrevivir si me encontraba.Vi el enorme edificio que se imponía en el centro de Los Ángeles, completamente negro y que, de ver hacia arriba, inspiraba una sensación vertiginosa. intenté abrir la puerta inmensa y pesada de la entrada, pero, o bien me encontraba demasiado débil como para lograr moverla, o bien la seguridad de la sede principal de Empresas Grayson era tan reforzada que de verdad debía pasar mi identificación por esta. Claro que no tenía ninguna, pues no trabajaba ahí, ni tampoco tenía un teléfono.Nunca antes había pisado ese sitio.Casi sin aire y con los músculos adoloridos, me resigné a esperar a que alguien llegara a abrirla.Lo único que tenía era a mi familia. En especial a mi único hermano, Caleb Grayson, dueño y fundador de una empresa destinada a la creación y distribución de aparatos tecnológicos e inteligentes a base de materiales reciclados.No teníamos ningún parecido a parte del físico, por lo menos en ese momento. No podía sentirme más pequeña.Quería vomitar. Estaba delgada en un punto que rozaba la desnutrición, tenía golpes en las piernas que eran visibles debido a que únicamente poseía una remera grande y rota que llegaba a taparme los muslos, mi rostro estaba golpeado, ensangrentado, tenía un ojo hinchado y tres meses de embarazo.No obstante, en el fondo sabía la razón por la que caía tanta sangre entre mis piernas. No podía procesarlo.Estaba en shock.—Debí haber ido al hospital, debí haber ido... —comencé a susurrar. Ni siquiera estaba segura de cuánto había pasado, hasta que, entre mi vista borrosa, vi la silueta de alguien que estaba a punto de entrar al edificio, me miró y se preocupó.Era un hombre alto y vestido de negro.Solo entonces dejé de luchar, perdí todas las fuerzas que podría haber tenido y simplemente me desmayé.[Perspectiva de Nicholas]Estábamos jugando a las cartas. Me encontraba sentado en el suelo, dentro de las ruinas, mientras descansábamos y nos entretenemos durante la noche. La única luz que había era de una de las linternas. Ninguno podía dormir. Estábamos ansiosos, después de todo, esa era una de las últimas misiones antes de regresar a casa.Por fin.Extrañaba a mi familia. Agatha, mi esposa, estaba a punto de dar a luz a Olivia, nuestra pequeña guerrera.Una parte de mí se sentía culpable por haberme unido al ejército. Lo había hecho porque no tenía opción, no por nada diferente. Había entrado mucho antes de conocer a la mujer que robaría mi corazón.—No puedo creer que vayas a ser padre —dijo Robert con una leve sonrisa.Levanté la mirada de las cartas para verlo y arqueé una ceja.—Sí, bueno, estoy a punto de hacerlo hace como nueve meses —ironicé—. No intentes desconcentrarme.Soltó una risa.Me conocía más que nadie, claro que sabía que estaba emocionado por lo que vendría. Nos habíamos criado en las calles, sobrevivimos juntos a lo que era ser abandonados por el sistema. Fue decisión de ambos convertirnos en lo que éramos.Lo admiraba. A pesar de las adversidades y de que la noche anterior hubo varias bajas, tenía la capacidad de sonreír. Estaba roto por dentro, pero no dejaba de hacerlo.Sin embargo, yo había dejado de hacerlo mucho tiempo atrás. Las escasas veces que sonreía eran por mi hija o mi pareja.Eso fue lo último que pasó por mi cabeza antes de escuchar ese agudo sonido característico de algo que está a punto de caer.Vi a los ojos a mi amigo, tan sorprendido como él. Entonces, antes de que siquiera pudiera decir alguna cosa más, el lugar explotó en llamas.Actualidad.[Perspectiva de Caleb] (hermano de Nerea).Golpeteé el escritorio con los dedos, ansioso. Miré el reloj negro empotrado contra la pared, como de costumbre, en el momento justo en que la hora era las ocho en punto.Para ser francos, era la primera vez que hacía algo así. Sin embargo, el recuerdo vivo en mi mente de mi hermana pequeña bañada en sangre un año antes era suficiente para recordarme que nunca estaba de más ser precavido. Incluso aunque ella misma quisiera matarme luego, dado que no era precisamente fan de interactuar con el género masculino durante mucho tiempo.Escuché el sonido de la puerta ser tocada. Volteé la vista hacia su dirección.—¡Adelante!El hombre que abrió y entró me llevaba una cabeza de altura.Sentí un escalofrío.Era alto, llevaba una remera negra y los músculos se marcaban claramente a través de esta. Sus brazos igualmente se veían con bastante firmeza.Tenía el cabello negro y corto, tan oscuro que ayudaba a resaltar los ojos grises más fríos que vi en la vida. Una cicatriz recorría la mitad de su cara, como si hubiera tenido varios puntos. En esa misma parte, tenía trozos de piel que eran más claros, si se podía, que el resto. Era pálido. Fácilmente podía ser miembro del reparto de una serie de vampiros.—Buenas tardes —dijo con voz profunda sosteniendo la mirada. Extendió el currículum.Arrugué la frente.—Buenas tardes, Nicholas. No es necesario entregarlo. Lo he leído, por eso preparé está entrevista —expliqué con una ligera sonrisa. Lo tomé por cortesía.—Sí. —Tomó asiento—. La cuestión es que la mitad de los que buscan empleados leen los currículums sin prestarles demasiada atención. Por eso me tomé la molestia de traer una versión sintetizada. Será más fácil que pueda valorar mis habilidades.Lo vi a los ojos. Estaba cruzado de brazos. Era demasiado obvio que no quería ese trabajo, así que ¿por qué siquiera se había molestado en venir?—Gracias —dije. Me recosté en mi silla y empecé a leer las cualidades que este sujeto podría llegar a tener.Tenía mi edad y... se había graduado del ejército con honores. Se lo consideraba un héroe de guerra. Tenía entrenamiento específico para proteger a la presidencia. ¿Quién diablos era este sujeto?—La información que está ahí es confidencial, no podía entregarlo como si nada por correo electrónico.—¿Por qué quieres el trabajo? —pregunté. Nunca había sido de los que tenían tapujos a la hora de hablar.Se tensó. Era una pregunta que podía llegar a molestar, pero me inquietaba lo temperamental que estaba siendo el sujeto hasta el momento.—Necesito el dinero —admitió.Ladeé la cabeza.—¿Por qué aquí, en una empresa privada, y no para el Estado?—Mejor paga —se limitó a decir.Tomé aire.—La persona que quiero que protejas es muy importante para mí y su vida podría correr peligro. Lo único que quiero es saber que tiene la suficiente motivación como para protegerla a toda costa.Me sostuvo la mirada.—Con todo respeto, fui entrenado para esto. Lo que significa que puedo leer el lenguaje corporal de una persona, pelear con armas blancas o con balas, cuerpo a cuerpo, soy veloz, buen rastreador, tengo sentido de la orientación y si el momento lo amerita, soy muy bueno buscando lugares seguros o salidas de emergencia. Es el mismo conocimiento que podría tener un guardia de seguridad bien entrenado, pero no en la misma intensidad, considerando la forma en la que fui entrenado. Este ya es el quinto trabajo en el que me rechazan —admitió.Me preguntaba por qué.—Su actitud no parece la más colaborativa —admití, también sinceramente—. Sin embargo...—Estoy endeudado y necesito el dinero para pagarle el tratamiento a mi ex esposa. Tiene cáncer terminal.Enderecé la espalda.—Lo siento, yo...—No vine a aquí a dar pena —me interrumpió—. Lo único que pido es que no me haga perder el tiempo.Respiré hondo.—Nos vemos luego —me resigné a decir—. En la semana lo llamaremos. Gracias por venir.Poner a un hombre como él al lado de alguien como mi hermana era igual a problemas, pero estaba seguro de que se sentiría mejor con alguien así de distante que con uno que fuera sonriente, bromista o cualquier cosa de esas. En definitiva, cuanto más lejos permaneciera de ella mejor. Y Nicholas parecía estar a años luz de cualquier persona.Por fin después de tanto tiempo Nerea se había animado a salir de casa y yo no podía desaprovecharlo, pero tampoco iba a arriesgarme. Él parecía, hasta el momento, el sujeto más indicado para este trabajo. Tampoco lucía dispuesto a aceptar sobornos, lo que me gustaba. No sabía de lo que podía ser capaz la persona que buscaba hacernos daño.[Perspectiva de Nicholas]Mis sospechas fueron confirmadas tras escucharla. De un momento a otro, esa frase corta transformó mi vida y la puso de cabeza.Había sido un completo hijo de puta. No pude ni siquiera enojarme con ella después de lo que hizo, quedé demasiado aturdido como para hacer tal cosa. De hecho, cuando la vi llorar silenciosamente me olvidé del enojo que llevaba encima.Simplemente me acerqué, me puse a su lado y la abracé con fuerza. Me sorprendió que devolviera aquel abrazo con tanta necesidad como la mía de tenerla cerca.Por fin, sentí que respiraba después de mucho tiempo. La aparté un rato y nos miramos a los ojos, los suyos y los míos se conectaron. No necesitamos palabras aquella vez. Acomodé su cabello con una ligera sonrisa.—Lo lamento mucho, hermosa, lamento haberte dejado sola y...Me besó. Me sorprendió, pero no desperdicié ni un segundo más. Enredé mi mano en su cabello y seguí ese beso con tanto amor y deseo como podía hacerlo.Nuevamente, era padre. N
[Perspectiva de Nerea]Un año después.El parto fue doloroso. Rompí bolsa en el taxi en el que estaba yendo al hospital, las contracciones habían empezado horas atrás y el taxista mismo me ayudó a subir las escaleras hasta llegar a la recepción, luego esperamos a ser atendidos. Le agradecí infinitamente.Un par de horas después, había un bebé en mis brazos sudorosos. Una bebé. Rompí en llanto al verla. Tenía los vivos ojos de su padre.La nombré Aine, propio de la mitología irlandesa, que significaba "resplandor" y le pertenecía a la reina de las hadas.Mi corazón se llenó de algo inexplicable, de una dicha que me rebasaba. Aine ya tenía cuatro meses, se veía especialmente tierna con su ropa de color violeta y sus accesorios. La cuidaba con mi vida. Por fortuna no estaba sola en eso, ya que los de la empresa que me contrataron decidieron darme el puesto y una licencia por maternidad desde el séptimo mes de embarazo hasta ahora. No tenía el coraje para contratar una niñera, ni tampoc
[Perspectiva de Nerea]No volvimos a hablar de lo que sucedió. Yo no tenía la valentía necesaria para siquiera preguntarle por mensaje. Él se había tomado licencia en el trabajo y desapareció casi un mes. Caleb se encargó de averiguar cómo se encontraba, pero no quiso decirme nada, solo que estaba bien y que estaba resolviendo unos asuntos.Mi hermano era bueno para mantener la privacidad de la gente.Los pocos recuerdos seguían vivos en mi mente, rápidos, sí, pero cada beso llevaba el peso de un deseo reprimido.Nadie sabía al respecto, no pretendía iniciar un escándalo. No supe si para él significó algo, aunque para mí sí.Se sintió un poco como ser traicionada, pero no tenía nada que reclamar, pues no era quién para tal cosa. Ese mes pasó con calma, me concentré en mis estudios y las vacaciones se avecinaban. Eso hasta que... me di cuenta de que mi periodo se estaba atrasando de más.Ir a comprar a la farmacia fue un martirio, primero porque esperaba no cruzarme con nadie conocido
[Perspectiva de Nerea]Ni siquiera recordé la cuenta del último trago que pasó ardiendo por mi garganta, al terminar coloqué el vaso en la barra y miré a Nicholas, este ya estaba mareado, ya que no terminó su trago y estaba viendo un punto fijo en la pared. Me carcajeé y al notar mi presencia puso mala cara, para luego carcajearse también. Sonreí con diversión y me puse de pie. De fondo no pude distinguir qué canción sonaba, pero eso no importó. Era un ritmo pegajoso y tenía ganas de bailar, por lo que giré a ver a Nicholas.Con todo el alcohol que teníamos encima, no nos importaría lo que la gente pensara.Al menos ese fue mi último pensamiento coherente aquella noche. A partir de entonces, solo recordé flashbacks: yo tirando del brazo de Nicholas hacia la pista principal, nosotros perdiéndonos entre la gente, su mano aferrada a la mía, yo bailaba con libertad, como sabía hacerlo antes de conocer a James. Me abracé a su cuello, bailamos. Sus manos en mi cuerpo, mi cintura, mi espal
[Perspectiva de Nerea]Fue como volver a respirar luego de estar sumergida en una pesadilla casi imperceptible, pero consistente. Mis brazos se movieron solos hacia Nicholas, me aferré a él rodeando estos por su torso. Me escondí en su pecho y sentí luego sus palmas en mi espalda. Reí de alivio, a la vez que las lágrimas se desbordaron como si fueran la descarga definitiva de todo lo que tenía guardado dentro.Besó mi cabeza y luego acarició mi cabello.—Lo hiciste muy bien, Nerea, muy bien —susurró.[Perspectiva de Nicholas]Dos días después.—Tienes que ir, cariño. Observé los panqueques aún cocinándose en la sartén. Era muy temprano para una conversación. —¿Eh?—A la celebración —obvió Agatha. Bebió su té.Mi vista se clavó en ella, cuya piel era iluminada por los débiles rayos de sol de esa mañana. Sus venas se veían cada vez más y el color de su piel palidecía con el pasar del tiempo. Los doctores ya habían advertido lo que sucedería. Ninguno de los dos quería hablar de eso, au
[Perspectiva de Nerea]Las noticias estallaron. Una vez más, con mi rostro en ellas, después de dos años. La chica que había sido perfecta, cuya vida fue desgarrada, debido a que estaba casada con un abogado involucrado en un caso de crimen organizado. Esa chica volvió dos años después con la sorpresa de que su exesposo la traicionó e intentó sabotear su juicio. En su defensa, este había recibido amenazas de que su actual esposa correría peligro si no se hacía lo que los criminales indicaban.Los periodistas se desesperaban por obtener una primicia, pues era la semana de en la que se dictaría la sentencia Otro que desgraciadamente obtuvo la atención de los medios fue Nicholas Wilde. A menudo maldecía a los periodistas por ser tan invasivos, pero era lo suficientemente respetuoso para decirlo en frente de ellos, pues entendía que era su trabajo y no quería que su hija lo viera actuar así en la televisión. En su lugar, los apartaba del camino con educación para que invadieran el espacio
Último capítulo