La tentación del profesor Thomoe.
La tentación del profesor Thomoe.
Por: Strella
Capítulo 1: Cuando el deseo académico se convierte en un juego peligroso.

Celeste se encontraba sumida en la desesperación al observar sus desalentadoras notas. Agarraba su cabeza con desesperación, buscando una solución mágica que le permitiera mejorar su situación académica. Suspiraba con frustración mientras admiraba a sus compañeros de clase, que parecían dominar con facilidad los contenidos y obtener las mejores calificaciones. Era consciente de que necesitaba un cambio drástico en su estrategia de estudio si quería salvar sus asignaturas.

—Mónica, querida amiga, no sé qué hacer —susurró Celeste, con los ojos llenos de confusión y anhelo.

Su amiga Mónica, perpleja y confundida, buscaba consolarla y ayudarla a encontrar un camino que la llevara a la superación. Sabía lo importante que era para Celeste tener éxito académico y comprendía la presión que sentía. Por eso, se sumergió en un mar de reflexiones para encontrar las palabras precisas que le brindaran consuelo y aliento.

—¿Cuál es tu plan, Celeste? ¿Qué estás dispuesta a hacer? —inquirió Mónica, tratando de comprender la extraña determinación de su amiga.

Celeste, en un silencio lleno de pensamientos perversos, sabía que ya había trazado en su retorcido corazón una solución que buscaba desesperadamente. Temía revelar sus intenciones, consciente de que iba en contra de sus valores y la ética académica. Sin embargo, en su búsqueda desesperada por salir adelante, sintió cómo la tentación se apoderaba de ella.

—Me acostaré con el profesor, Mónica. Sí, así es, mi intención es seducirlo para que mis notas se eleven a las alturas del placer —reveló Celeste con una mirada traviesa y un tono cargado de intriga.

Mónica quedó perpleja ante tal confesión.

—¡Estás loca, Celeste! El profesor, es un señor maduro y atractivo, no podrías hacer algo así...

Mónica se acercó a Celeste, colocando su mano en el hombro de su amiga. Sabía que debía intervenir antes de que Celeste cometiera un error irreparable.

—Somos jóvenes, Celeste. Aún tenemos muchas oportunidades para mejorar nuestras notas. No necesitas recurrir a este tipo de medidas extremas. Sé que la presión de nuestros padres es abrumadora, pero debemos encontrar una solución más adecuada.

Celeste apartó la mirada, luchando entre sus deseos y la voz de la razón. Sabía que Mónica tenía razón, pero también sentía una presión insoportable por parte de sus padres y temía las consecuencias si no lograba mejorar sus calificaciones.

—Mónica, no entiendes lo que estoy pasando. Mis padres están constantemente presionándome para que tenga un futuro exitoso. Si no apruebo estas asignaturas, me enviarán al extranjero con esos terribles tíos que siempre me han tratado mal —confesó Celeste con temor en sus palabras.

Mónica, con lágrimas en sus ojos, abrazó a Celeste y le rogó comprensión. Sabía que no podía quedarse de brazos cruzados mientras su amiga se hundía en la desesperación y tomaba decisiones equivocadas.

—Por favor, no llores, no quiero verte partir. Pero recuerda que siempre estaré a tu lado, pase lo que pase. Podemos encontrar otra solución, Celeste. Juntas podemos superar esto.

Celeste miró a Mónica, agradecida por su apoyo incondicional. Sin embargo, en el fondo, sabía que su decisión ya estaba tomada. Había llegado a conocer al profesor Wilson y sus métodos durante el tiempo que llevaban en la universidad, y sentía que esta era la última opción que le quedaba.

Con el apoyo y la complicidad de su amiga, Celeste se dispuso a poner en marcha su atrevido plan. Ajustó su ropa de manera seductora, desabrochó estratégicamente los botones de su camisa y elevó la falda con sutileza, preparándose para recibir al profesor Wilson en una danza tentadora y provocativa.

El tiempo pasaba y el profesor Wilson no llegaba. La tensión y la excitación aumentaban en el aire, dejando a Celeste sumergida en un mar de ansiedad y deseos incontenibles. Mónica, en silencio, observó a su amiga y decidió que no podía abandonarla en este momento crucial. Se acercó a Celeste y le dio un abrazo de apoyo.

—Estoy aquí para ti, Celeste. No importa cuál sea el resultado, te apoyaré. Sé que podemos encontrar una solución juntas.

Se sintió abrumada por la frustración que la invadía y decidió tomar asiento para intentar tranquilizarse. Buscó refugio en la música, poniéndose los auriculares y sumergiéndose en sus notas melódicas. La relajación la envolvió tanto que gradualmente se fue sumergiendo en un dulce sueño.

En ese preciso instante, la puerta del salón se abrió de par en par, y todas las alumnas se quedaron sin palabras al contemplar la entrada de un hombre de una belleza impactante. Era simplemente irresistible. El rumor entre los alumnos llegó rápidamente a sus oídos.

—Ya viste. —comenzaron a comentar los alumnos. —Sí, ya vi —dijeron con la boca abierta, incapaces de resistirse a la apariencia del recién llegado —Pero qué hombre.

El profesor, ajeno a la revolución que su presencia había causado, se presentó con seriedad y firmeza.

—Hola a todos, me presento. Mi nombre es Thomoe y seré su nuevo profesor de aritmética —dijo Thomoe, manteniendo su mirada fija en la clase.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que los murmullos y las especulaciones empezaran a surgir entre los alumnos.

—Y, ¿no querrá ser también nuestro profesor de Sexología? —se preguntaban entre sí, buscando alguna manera de encontrar una conexión más íntima con aquel hombre que despertaba sus deseos más ocultos.

En medio de toda aquella conmoción, Celeste seguía entregada a un sueño profundo, ajena a todo lo que sucedía a su alrededor. Mónica, consciente de la necesidad de despertarla, la movía con desesperación, pero sus esfuerzos eran en vano. Celeste dormía placenteramente, ajena al bullicio y a la presencia del fascinante profesor.

Thomoe, irritado por la pasividad de Celeste, se acercó a ella con gesto de desaprobación. No sabía si sentirse molesto o desconcertado por la actitud de su alumna. Decidió intentar despertarla de una vez por todas.

—Despierta —gritó Thomoe con firmeza.

El despertar de Celeste fue todo menos convencional. Aún adormecida, respondió de manera torpe y graciosa.

—4x2 son... ¡madre mía! —dijo, volviendo en sí de forma hilarante.

Aquella respuesta inesperada hizo que todos soltaran una carcajada, incluso el propio Thomoe no pudo evitar una sonrisa.

—¡Qué guapo está, perdón! ¿Quién es usted? —exclamó Celeste en voz alta, dejando claro su fascinación hacia el apuesto profesor.

Mónica, percatándose de la situación un tanto incómoda, susurró a Celeste en un tono de advertencia.

—Celes, cállate —le dijo en voz baja.

Tomoe, algo confundido pero todavía intrigado por la ocurrencia de Celeste, no pudo evitar preguntarle sorprendido.

—¿Desde cuándo la respuesta es «madre mía»? —cuestionó, dudando internamente sobre la inteligencia de la joven.

En el fondo de su mente, Celeste se sintió halagada por las palabras del profesor, y un ligero rubor se apoderó de sus mejillas.

—Soy Thomoe, tu nuevo profesor de aritmética —afirmó Thomoe, intentando recuperar la compostura.

—Sí, profesor —respondió Celeste de forma coqueta y dulce, dejando en claro su interés y atracción hacia él.

«Creo que hace calor», pensó Tomoe, permitiéndose deslizarse en un momento de fantasía en el que imaginaba sus labios rozando los de ella.

La situación se volvía cada vez más embarazosa, pero antes de que pudieran continuar cómplices en su pensamiento, Tomoe decidió retomar el control de la clase y poner un alto a aquella atracción innegable.

—Celeste, escribe mi nombre en tu libreta con corazones y todo, como si estuvieras enamorada —dijo Thomoe en broma, intentando desviar la atención hacia la materia que debían estudiar. Carraspeó y continuó—. Señorita, siéntese correctamente para comenzar la clase.

El profesor se dio media vuelta y se dirigió hacia el pizarrón, donde comenzó a escribir su nombre con seguridad y autoridad.

—Amiga, tus babas —dijo Mónica, notando la fascinación y la distracción de Celeste.

—Es que la aritmética se ha convertido en mi nueva clase favorita —respondió Celeste, mordiendo su labio de manera coqueta y llevando la pluma a su boca mientras seguía observando al profesor con ojos de deseo y admiración.

—Sí, al igual que todas las otras alumnas, que fingen prestar atención —murmuró Mónica, con una mezcla de sarcasmo y complicidad, mientras todas las demás chicas continuaban fingiendo tomar notas, pero sus miradas se perdían en la inconfundible figura del profesor que movía su trasero cautivadoramente frente a ellas.

★Nota de autor:

¿Qué opinas sobre la decisión de Celeste de seducir al profesor para mejorar sus notas?

¿Qué papel juega la amistad de Monica en la historia?¿Crees que sus consejos ayudarán a Celeste?

¿Qué opinas sobre la llegada del nuevo profesor Thomoe y su impacto en la clase?

¿Qué crees que sucederá a continuación en la historia, especialmente con la relación entre Celeste y el profesor Thomoe?

Gracias por su lectura no olviden seguirla novela y seguirme a mi para recibir más actualizaciones...

saludos.

★Continuamos....

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