Sebastian
Me encontré con mi madre y Giovanna en el vestíbulo después de haber sobornado a las camareras con unos fajos de euros y bueno, un poco del filo de mi pistola también. Evité responder preguntas de los pocos periodistas a los que les permitieron el acceso y a mi prometida no le hizo ni puñetera gracia que ignorara las preguntas de nuestro compromiso. Mucho menos cuando usaba aquel vestido azul de lentejuelas que exigía ser fotografiado.
—Iré a ver a tu padre, cariño. —Mi madre me dio un beso en la mejilla antes de desviar su mirada hacia Giovanna—. Diviértanse.
—Igualmente. —Se despidió aferrada a mi brazo—. Llévame por un trago, estoy sedienta.
Grandes personajes de la élite habían asistido esa noche dispuestos a apostar una gran fortuna en la apertura. Al final, la estrategia de unir el