84. Un final catastrófico
Samira
Las emociones me están sobrepasando en estos momentos y decir que puedo manejarlo sería toda una mentira.
Mis manos tiemblan mientras abrazo al pequeño Malek que finalmente después de mucho batallar se ha quedado dormido en mi regazo y mis ojos sin poder evitarlo van desde la sala dónde llevaron a mi hijo, hacia el lugar por dónde desapareció Amir hace ya varios minutos. No entiendo porque le he permitido que esté aquí, debí haberle dicho que podía irse, pero lo cierto es que tenerlo cerca crea una sensación de seguridad en mí que hace mucho tiempo no sentía. Ni siquiera con Isaias.
El sonido de los pasos me hace girar de inmediato el rostro y entonces ahí está él y santo alá, yo no puedo dejar de verlo. Hace más de tres años, cuando vivíamos juntos lo único que yo deseaba era poder recuperar mi vista y detallarlo de pies a cabeza, cuándo todo se destruyó no pensé que tendría la oportunidad de hacerlo, ni siquiera que quisiera, pero ahora todo es confuso y estoy por pensar qu