51. Voy a darte lo que quieres
Samira
Estoy prendida en fuego.
Las manos de Amir se sienten como brasas calientes sobre mi piel y el hecho de no poder verlo hace que, de alguna manera, mi excitación sea mucho mayor, pues no sé qué es lo que va a hacer.
Por eso, en el instante en que siento su respiración justo en la zona más sensible de mi cuerpo, mi sangre se calienta de una forma que ni siquiera puedo describir. El primer instinto que siento es el de cerrar las piernas, nunca nadie me ha visto ahí. Nunca nadie me ha tocado de la forma en la que él lo está haciendo.
—Oh no, cariño, nada de cerrar, deja que te adore como quiero.—la voz ronca y gruesa de Amir solo consigue que mi centro se humedezca mucho más de lo que ya está.
Debo estar absolutamente roja ahora mismo y mejor ni hablar de la manera desbocada en que late mi corazón.
—Me… me da vergüenza, nunca… nunca nadie…
—Lo sé, princesa—Me dice y deja un beso en el interior de mi muslo y ¡santo padre! se siente como electricidad pura—Yo quiero ser el prime