Sasha
La adrenalina aún corría por mis venas.
Había ganado.
¿Pero a qué precio?
Deambulaba por el pasillo, lejos de las miradas, lejos de las voces que aún resonaban en la sala del consejo. Había impuesto mi autoridad, eliminado a mis enemigos y reunido a mis lobos bajo mi bandera. Sin embargo, una sombra seguía pesando sobre mi mente.
Dante.
Su traición ardía en mí como un veneno lento. No solo había desafiado mi autoridad. Había destruido una parte de mí.
Me había abandonado.
Y no podía perdonárselo.
Un ruido detrás de mí me hizo sobresaltar.
No necesitaba siquiera girarme.
— Adrian.
— Estás tensa.
Solté un suspiro y seguí avanzando, sin prestarle atención.
— Estoy consolidando mi poder, no relajándome en un baño caliente.
Él soltó una risa grave.
— Y ese es precisamente el problema. Crees que puedes cargar con todo sola.
Me detuve en seco y lo miré.
— ¿Porque no es así?
Su mirada se oscureció.
— Incluso un Alfa necesita apoyo.
— ¿Y crees que ese apoyo eres tú?
No respondió de inmed