—Natalia, esto es complicado, no actúes a la ligera.
Me sentía algo abrumada, pero sabía que Daniel no era alguien fácil de tratar. Si se atrevían a hacer esto, había pensado en todo, incluso en las variables de la familia Álvarez.
—¿Y eso significa que le dejaremos las cosas fáciles? ¿Has escuchado lo que dice? Camila, déjamelo a mí, yo...
—Hermana, yo me encargaré, de verdad —La interrumpí, sujetando a una Natalia visiblemente alterada.
—Daniel no se quedará solo con este comunicado. Tu empresa apenas empieza a estabilizarse; no hagas nada imprudente.
—Seguro que vendrá a buscarme de nuevo, y en ese momento lo manejaré, te lo prometo —Con esfuerzo, traté de incorporarme, sintiéndome desgastada y triste.
Natalia seguía llamándome desde atrás, pero ya no podía entender lo que decía.
Entré directamente al baño; necesitaba calmarme. Las palabras de Daniel resonaban una y otra vez en mi mente, y sentía que mi cabeza iba a estallar.
Ya había anunciado nuestra reconciliación, ¿y luego qué?