Daniel se negaba a tomar la medicina, pero el sudor frío ya le caía por la frente.
—¡Llama a Karla, que venga enseguida, rápido! —Fernando me señaló, con la mano temblando un poco.
No me atreví a perder tiempo y rápidamente llamé a Karla. Para mi sorpresa, no vivía lejos de la casa antigua; llegó en poco más de diez minutos.
Le pasé la medicina y ella se la llevó rápidamente a Daniel.
—Daniel, tómate la medicina, por favor.
Su voz se volvió suave, y fue entonces cuando Daniel giró la cabeza para mirarla.
—Karla, tú... has venido.
—Sí, rápido, tómate la medicina para que todos dejen de preocuparse por ti.
Daniel tomó su mano y se tragó la medicina.
Karla le sirvió un vaso de agua y lo ayudó a sentarse en el sofá. Podía ver lo mucho que él dependía de ella, y eso me hizo sentir incómoda; simplemente desvié la mirada.
—Camila, él ahora... —Fernando me miró y tosió suavemente.
—Abuelo, lo sé, no es su culpa —Intenté sonreír, pero simplemente no podía.
Sabía muy bien que su memoria estaba d