Capítulo Treinta y Uno: Algo más

KIARA

Después de ordenar parte de nuestro equipaje, y aunque el viaje fue agotador, igual aprovechamos la tarde para ir a la playa.

Salimos de la casa tan solo con la toalla, el bronceador y los lentes de sol como accesorios.

Llevo un tapado bordado de encaje color blanco que combina con mi bikini rojo y mis hawaianas negras.

La casa de la familia Armstrong queda a la orilla del mar, que tan solo bajamos tres escalones y mis pies tocan las calientes arenas blancas de la playa Lanikai. En medio de las aguas cristalinas se ven dos islotes, que por lo que me conto la rubia, una de ellas es reserva de aves nativas. También se puede llegar a esas tierras en kayak o lanchas a motor.

Me saco el tapado y nos estiramos en las dos reposeras que hay cerca de la orilla, cada una a un lado y me acomodo las tiras de mi bikini, para que el bronceado me quede parejo.

Reagan y Julián se van con las tablas de surf al fondo del mar a bus

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