Una semana después del accidente, Rebecca seguía en el hospital con su hijo mientras Edward mantenía la empresa en marcha.
Arthur no había aparecido desde aquel día, lo que preocupaba a la rubia. Quizá estaba mal con su madre por su culpa, o quizá simplemente no tenía tiempo para preocuparse por su prometida.
Rebecca respiró hondo y llamó a una enfermera para pedirle que vigilara a Tom durante unos minutos. Necesitaba un respiro.
La rubia se quedó mirando a la gente que pasaba por la terraza. Todavía no podía aceptar que todo aquello le hubiera ocurrido a su hijo. Se sentía culpable, aunque sabía que no era ella quien conducía aquel coche.
Un fuerte suspiro salió de sus labios mientras intentaba recomponerse después de llorar para poder ir a ver a su hijo aún inconsciente.
El cielo estaba despejado, sin una sola nube que lo delatara. Pero no hacía calor, el tiempo era agradable y la brisa débil.
Rebecca estaba ensimismada y no se dio cuenta cuando Edward se le acercó por detrás y la a