CAPITULO 36

—No, no, no… ellas se fueron, ¿no es así? —Eros me mira indicándome que no tiene idea de si aun siguen aquí. —Ellas se fueron.

—Señora… me dijeron personalmente que les llevara el desayuno a la habitación, que la señorita se encontraba indispuesta.

—Basta. —dije molesta —No vas a llevar nada a su habitación.

—Si señora.

—Bianca, si están aquí, no le veo el problema que quieran…

—Eros, ni siquiera nosotros hacemos eso en esta casa, desayunamos, almorzamos y cenamos en el comedor, no en la habitación. —el lo justifica diciendo que nunca ha pasado porque no lo hemos deseado, si queríamos las empleadas lo harían. —No. Prefiero comer aquí que en la cama, eso es para los perezosos.

—¿Cuándo te conocí no lo eras?

—Eros, me acababan de atropellar cuando llegué aquí. ¿Lo olvidas?. —Eros comenzó a ahogarse con su bocado en la boca y luego lo escupió en el basurero —¿Estas bien?

—Si, es que… la fruta me cayó algo pesada. —su comportamiento no era el mismo —Bueno, debemos darnos prisa o llegaremo
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