MAYLA
Caspian se acercó al borde de su celda, aferrándose a los barrotes de metal y tragando saliva. Una parte de mí odiaba verlo atrapado y abandonado a su suerte, pero recordé lo que nos había hecho.
Nos había dado por muertos.
—Si te sirve de consuelo, me alegro de que estés viva—, dijo, con voz ligera y desenfadada, y oí a Marcus burlarse airadamente a mi lado.
No respondí, insegura de si Caspian intentaba provocarme o estaba siendo sincero.
—Ofelia sigue huyendo, Caspian—, le dije, consciente de que él ya lo sabía. —¿Hay algo que puedas decirnos que nos ayude a localizarla?
—Ya lo he intentado, cariño—, me murmuró Marcus, y me volví hacia él frunciendo el ceño. Sabía que lo había he