— Cómo te decía, querida hija, solo eres una humana; débil y solitaria — Parpadeo al volver a escuchar a la otra Amara, a la que me odia, a mi madre, y pienso en lo que me ha dicho la primera hechicera.
Soy Nala Mantegna, la heredera de Amara Mantegna y la madre del alfa supremo, y no voy a darme por rendida en la primera oportunidad, me digo a mí misma intentando darme valor.
— Suficiente, vamos a llevarte a un lugar seguro — habla de manera autoritaria y yo solo quiero acabar con su estridente voz.
Cierro mis manos en puños y concentro mis fuerzas en mi madre, que continua acariciando mi cabello y susurrando como si de una nana se tratara.
— He dicho que no vas a llevarte a mi hijo — Grito.
Impulsándome para levantarme con toda la fuerza de la que soy capaz, tomando por sorpresa a Amara que se pone de