Mientras tanto, en la hacienda Stone, la tensión entre Ariel y Logan aumentaba.
La revelación de la llegada de Annabelle, la mujer que creían muerta, provocó una tormenta de emociones en ambos.
Logan, dividido entre su pasado y su presente con Ariel, se enfrentaba a una encrucijada.
Lo único que tenía claro es que no quería dejarla marchar.
—Ariel, necesito que entiendas… —comenzó a decir Logan, pero ella lo interrumpió.
—No tienes que explicarme nada, Logan. Tu pasado es tuyo, y yo no tengo derecho a juzgarte por eso. Pero sí tengo derecho a decidir si quiero estar en medio de este caos —respondió Ariel, su voz firme.
Logan la miró con tristeza.
—Annabelle está aquí, y necesito enfrentar eso. Pero eso no cambia lo que siento por ti.
Ariel suspiró, luchando con sus propias emociones.
—No sé si puedo seguir adelante con esto, Logan. Tú y yo… es complicado.
Logan se acercó, buscando sus ojos.
Ariel sentía que no podía mirarle a los ojos, de hacerlo le diría todo aquello que su cobarde