Al abrir la puerta de la sala indicada por una enfermera, se encontró con la sonrisa de Lirio, que se desvaneció al verla. Al parecer, esperaba a otra persona, quizás a Valentino, y no a Atenea.
—¿Contenta con lo que hiciste? —inquirió Atenea toscamente, manteniendo la compostura—. ¿Estás satisfecha