—Soñadora —le apartó un mechón de cabello oscuro detrás de la oreja—. Te llamarás así.
—¿Por qué?.
—Vives en una burbuja de ingenuidad, pequeña, puede ser peligroso —besó su mejilla con delicadeza, intensificando el sonrojo en sus pómulos—. Serás mi soñadora, porque hoy serás mía.
La joven esbozó un