Capitulo 118.

Capítulo 118.

El silencio dentro de la cabaña era denso, incómodo. Ada estaba sentada al borde de la cama, con Halley entre los brazos. La acunaba con suavidad, como si así pudiera estirar el tiempo un poco más. La bebé dormía, tranquila, sin saber nada de lo que estaba por pasar. Lukyan no decía nada tampoco. Estaba de pie, apoyado en el marco de la ventana, con la mirada fija en el bosque, pero los pensamientos lejos. Muy lejos.

—No me mires así —murmuró Ada sin levantar la vista—. Ya lo hablamos, es lo mejor para ella.

Lukyan frunció el ceño. Sus labios estaban apretados, como si morderse la rabia sirviera de algo.

—Sí. Pero duele lo mismo.

Y dolía. Porque aunque las cosas parecían estar bajo control por ahora, sabían que era solo cuestión de días antes de que el Alfa del Este volviera a atacar. La guerra seguía respirándoles en la nuca. Iván estaba fuera de juego, al menos eso les daba cierta tranquilidad.

Era muy pequeña. No entendía nada, pero su sola existencia los hacía
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