Annalinne Hasburg lo perdió todo cuando su familia quedó en la quiebra, y aunque su hermana se encargó de que nada les faltara a ella y a su madre, esto para Anna no fue suficiente y deseaba aún más, incluso recuperar la vida de lujos que tenía. Después de sufrir de abandono y ser acogido por una familia que no solo le ha brindado amor sino todo lo que poseen, Reginald Junot pareciera que lo tiene todo; sin embargo, a pesar de esa buena fortuna sigue anhelando encontrar aquello que le hace falta para conseguir lo que le hará sentirse completo. Anna y Reginald terminarán conociéndose cuando ella asuma el trabajo en remplazo de su hermana, descubriendo a su paso que él no solo es atractivo sino codicioso como ella, y entonces se propondrá conquistarle; no obstante, a pesar del deseo de Reginald él no es de los que se dejan envolver tan fácilmente.
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Personalmente, no anhelaba este día y deseaba que nunca llegara porque solo significa tener responsabilidades que no quiero; pero llegó. Termino de arreglarme y bajo hasta el comedor. Mamá está allí tomando su desayuno y no pierde vista de cada uno de mis movimientos, como si contara cada uno de mis pasos y calibrara lo poco decididos que están. Ahora somos solo ella y yo desde que Emma se casara y se marchara, y no me quejo porque me gusta estar en casa.
Es grande y bonita, solo le hemos hecho un par de arreglos para remodelarla ahora que tenemos el dinero, para mantenerla a la altura. Todo eso es bueno, pero sé que ella no está contenta conmigo porque desearía que fuera otra “Emma”, abnegada y obediente; y yo no soy ella, tampoco será posible nunca. Ella ahora es feliz con su flamante marido y mientras, yo tengo que seguir buscando lo que quiero, pero no será por mucho tiempo porque también pienso encontrarme un hombre rico y vivir el resto de mi vida como una reina. Aunque, trabajando como una mustia empleada, no creo que lo consiga pronto.
Eso es lo que me pone de malas. Lo del trabajo en el club sí que era buena idea, pero mi hermana y su novio lo echaron a perder todo. Nada que hacer, y ya no hay modos de volver a trabajar allí. Tampoco lo necesito, porque ahora tengo dinero, pero Emma solo me dejará disfrutar de él cuando demuestre que tan responsable soy, y mientras tanto tengo que conformarme con mi nuevo sueldo que por lo menos no es tan bajo.
―Deja de mirarme así ―le digo tomando asiento en la mesa.
―Espero que hagas todo bien, Anna ―advierte y su tono, más que un consejo, parece una advertencia.
A Emma nunca le decía nada porque ella todo lo hacía perfecto. Se enteró de lo que hizo y al final la perdonó como si nada, sin embargo, donde se llegara a enterar de lo que quería hacer en el club, seguro me odia para toda la vida y hasta me deshereda y solo porque Emma salió perjudicada.
―Ay mamá, ya, por lo menos debes dar gracias que acepté trabajar ―digo sintiéndome malhumorada con esa idea que significa hacer grandes cambios en mi nueva vida y para nada envidiables.
―Siento que eres algo desagradecida ―prosigue y yo pongo los ojos en blanco.
―Si lo fuera, no estaría tomando el puesto que dejó Emma y haría lo que me diera la gana.
―Solo lo haces por compromiso.
―También para que algún día estés feliz conmigo ―exclamo. En algún momento había creído que nos llevábamos bien, pero al final ya sé quién es su predilecta―, deberías desearme suerte, es mi primer día.
―Solo debes hacer las cosas bien para que le des una buena impresión al señor Junot, que bastante amable ha sido en dejar que trabajes en lugar de tu hermana ―mamá dice y estaría perfecto que no hubiera mencionado lo último porque en serio estoy esforzándome y no me agrada mucho la idea de trabajar para el viejo al que mi hermana le limpiaba la casa. Aunque debo admitir que me servirá como práctica universitaria.
―Bien, me voy, y desde hoy vendré tarde por el cambio de horarios en mis clases ―expongo. Mamá se levanta de la silla, va hasta el mesón de la cocina y toma la caja de comida y me la entrega―, te dije que no era necesario.
―No porque tengamos un poco más de dinero vas a empezar a malgastarlo comiendo en restaurantes caros.
―No es malgastar, además, si manejara mi propio dinero no tendría que llevar almuerzo.
―Pero no lo tienes.
―Seguro nadie lo lleva.
―Tu hermana lo hacía.
―¿Algún día dejarás de compararme con ella?
―No, hasta que te des cuenta de que nunca las he comparado y la que lo cree así eres tú ―me espeta haciéndome empuñar la caja de comida.
No me queda más remedio que llevármela.
―Vale, pasa un buen día y no se te olvide tomarte tus medicinas ―digo conciliadora para no darle más largas al tema de todos los días.
Tal vez soy paranoica con eso, pero ella no me deja pensar lo contrario. Emma siempre ha sido la mejor y yo el lastre de la casa. No me detengo más y voy hasta el garaje, porque por lo menos me dejó tener un auto ―aunque no el Porsche que yo quería―. Meto todo y me acomodo en mi puesto de conductor para dirigirme a la torre Glasgow. No es difícil encontrarla porque la zona donde está ubicada es un conglomerado empresarial bastante sobresaliente en el centro de la ciudad.
Averigüe un poco sobre las empresas Junot y no me agrada que trabajaré para un viejo, que espero no intente portarse como un padre. Ella había dicho que no era tal cosa, pero en la información empresarial aparece registrado François Junot de 81 años, como jefe.
¡Cielos!
Por lo menos la paga es buena y me la puedo gastar en lo que quiera. Llego a la elevada y empinada torre y de entrada debo admitir que no está mal, e incluso cuando entro me llevo una buena impresión del lugar y lo elegante y sobrio que es su interior. Me anuncio en la recepción y me dicen que suba al piso 23. Allí me entrevisto con Clara Thorne, la asistente del dueño y que es casi tan vieja como lo es él, por lo que no me extraña que busquen gente joven para poner detrás del mostrador que es como una vitrina de la entrada.
La señora Thorne ya sabe por qué estoy allí, así que solo me hace llenar las formas necesarias para legalizar el puesto como pasante. Después de eso nos pasamos parte de la mañana conociendo mi puesto, y las únicas tres dependencias del piso son todas de la dirección general administrativa. Es básicamente la cúspide de la pirámide empresarial. Ella me entrega una minuta con las labores que realizaba mi hermana y me pongo a estudiarla.
La señora Thorne es muy conversadora y solo se dedica a hablar de lo referente al trabajo, sin embargo, se toma un respiro para preguntarme como está Emma. Yo le digo que está disfrutando de su buena vida y no vuelve a preguntarme nada más referente al tema, tampoco quiero hablar de ella. Le he preguntado por el señor Junot y si tengo que presentarme con él y ha dicho que él me llamará cuando quiera que vaya a su oficina dándome una idea de lo vejete que puede ser. Por último, me da algunas indicaciones extras sobre como debo recibir al jefe y cada visita que llegue y me envía a sentarme en mi puesto.
Para la hora del almuerzo no me queda más remedio que ir a la zona de cafeterías a calentar la comida. Preferiría comer en un restaurante como cuando asistía a la universidad, pero no me queda de otra que comer lo que mamá preparó, tampoco puedo despreciarlo y al final lo ha hecho para mí. En la zona de cafeterías no hay muchas personas, me encamino al área de microondas y pongo a calentarlo todo. Me coloco a un lado aguardando que termine.
Mientras estoy allí, los pocos empleados que hay me miran casi que sin disimulo y debe ser obvio porque soy la chica nueva en la torre, aparte soy rubia, hermosa y muy llamativa. Clara me dijo que la sala de cafeterías era común, y compartida con otras oficinas, y es así, porque en el piso de Junot solo está él, ella y ahora yo en la recepción.
Alguien llega y me quedo un poco alucinada cuando se acerca porque sí que es guapo y bastante maduro. El tipo de hombre que me atrae, así que trato de comportarme bien cuando se pone a mi lado.
―¿Nueva? ―pregunta y aunque es algo impersonal, sé que me lo está preguntando a mí, es más que evidente, ya que soy la única a su lado y eso me causa gracia.
Pensar en ser plenamente feliz no es algo que hubiera meditado muy seguido, ya que mi felicidad se reducía a cosas un poco vanas, pero con el tiempo ―y las lecciones de la vida incluidas―, he aprendido que la felicidad es más que comprar vestidos, maquillaje, zapatos y verte como una seductora para ir de caza a las fiestas. Es solo tener a tu lado lo que es más importante. Las personas que te quieren bien: Tu familia. Yo me siento plena y feliz porque aparte de mi familia tengo también a la persona que quiero: Reginald, el hombre que supo ganarme, y que también terminé ganándolo.Las cosas han ido bien para los dos y juntos hemos podido empezar a construir lo que será nuestro futuro. En la víspera de mis veinte cumpleaños me pidió que me casara con él, pero solo ha sido hasta seis meses después cuando lo hemos llevado a cabo. No obstante, ese tiempo ha servido para que ambos arregláramos todo aquello que nos faltaba ordena
Un mensaje llega a mi teléfono y es de Christine, la hermana mayor de Reginald. Me escribe para consultarme si me puedo pasar más tarde por la casa de Reginald y mirar si han instalado los muebles que hacen falta. Sonrío al enviarle mi respuesta diciéndole que sí. Ella envía un guiño complaciéndose con mi respuesta. Y es que desde que Reginald me presentó formalmente con ellas, han sido muy amables conmigo y me tienen en cuenta para las decisiones, también que él les dijo que cualquier cosa me consultaran si querían mi opinión y lo han hecho. Ya falta poco para que esté terminada y luego de eso terminará nuestro nido de amor en el hotel.Desde que mamá buscó su propio y tranquilo lugar, yo sigo viviendo con él. Al principio fue extraño, pero al final, ambos nos hemos acostumbrado, aunque eso no significa que él quiera compartir su nueva casa conmigo. Hasta ahora no me ha dicho nada y, de todos modos, no quiero quedarme solo en eso y estoy buscando un lugar para mí. Solo que l
―En serio te desconozco ―Kia exclama lanzando un resoplido.Ella me mira como si fuera alguien extraño o no fuera la Anna que conoció el día de mi primera clase en la universidad. No era algo que quería hacer y lo terminé haciendo por la presión de mi madre y hermana. En ese momento lo sentí así y por eso, aunque escogí una carrera que me gustaba, no le estaba poniendo todo el interés y lo que quería era salir volando y hacer muchas cosas, menos estudiar.Kia apareció en ese momento, ella andaba igual de distanciada que yo de lo que era el ambiente universitario y tuvimos una idea en común: odiábamos tener que ser correctas y estudiosas, y desde que hablamos la primera vez cuando nos encontramos en el baño fingiendo retocarnos el maquillaje, supimos que éramos afines. Ella era el impulso que necesitaba para hacer lo que quería. Nos hicimos amigas desde ese instante y empezamos a vivir la verdadera vida loca universitaria, esa que deja detrás las ñoñerías del estudio y
No mentí cuando dije a Reginald que iba a renunciar, y la verdad es que tener esa responsabilidad hizo que me diera cuenta de que antes tengo que ser responsable conmigo. Por eso decidí cambiar muchas cosas y entre esas volver a la universidad cuando acabara el trimestre en mi horario nocturno. Es la primera de ellas, Reginald lo tomó muy bien; sin embargo, tampoco iba a irme sin terminar aquel reto que me había puesto y que creo que terminamos empatados. Entregué los diez análisis completos y él demostró que tenía su buen humor oculto en el fondo y lo dejó salir. Luego de eso, llevé mi carta de renuncia.No fue fácil, pero estoy convencida de que aún debo prepararme más y no dejar que sea mi apariencia la que hable. Lo veo así porque precisamente por esa causa era que creí que conseguiría todo. Además, que he comenzado a entender que, aunque papá hizo todo mal, al final estaba pensando en nosotras y ya no debería recriminarle su error, aunque estuviese mal. Otra de las cosas
Estoy que río de los nervios, jamás imaginé que algún día tendría que hablarle a mamá del chico con el que salía, aunque Reginald no sea uno. En ese punto me sentía tan liberal que no lo creía necesario; no obstante, no soy yo, es él quien quiere ponerlo todo como corresponde y aunque me resulta extraño la situación. Sin embargo, tengo que admitir que me gusta su sentido de la responsabilidad.Las cosas con mamá salieron medianamente bien y la verdad es que no puedo discutirle ninguno de sus puntos porque es ella quien ha visto mi comportamiento de primera mano. Es mi madre y me ama, y lo acepta todo, aunque no esté de acuerdo con lo que haga. A la final, tenía más nervios de lo que él pensara de todo esto, pero lo ha tomado muy bien, e incluso ha sido quien se ha disculpado por meterse conmigo. Mamá ha aceptado sus disculpas y de paso le ha metido un gol diciéndole que esperaba que supiera con quién se estaba metiendo y, por primera vez en mi vida, sentí algo parecido a la v
Tengo que hacer cambios, eso lo tengo muy claro y más, ahora que las cosas con Reginald empiezan a ponerse bastante serias. Y vaya que pensar eso, me pone la piel de gallina porque no imaginé que pudiera hacer eso alguna vez, si no significaba algo económico. Tengo claro que me gusta y no porque sea un hombre bonito y atractivo ―que lo es en toda regla―. Y es que eso lo he visto en muchos y la diferencia con él es que me hace sentir diferente y protegida, como si no fuera otra chica más, sino que fuera única eimportante para él. No podría pensar lo contrario luego de cómo me ha sorprendido con todo lo que ha hecho por mí. Me cuida y es algo que no había experimentado en mi afán por valerme por mí misma. Y no es que quiera depender de él, y su disciplina es casi un fetiche, pero es solo que su actitud me da confianza y no dudo que me gustaría estar al lado de un hombre como él; sin embargo, he cometido tantos errores que ahora no sé si realmente logre
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