Capítulo 124. Ada se encontraba de pie en el balcón del castillo, acariciaba distraídamente su vientre abultado. El bebé daba suaves pataditas, recordándole que el tiempo no se detenía, aunque el mundo sí pareciera hacerlo. —No hay noticias —dijo Lukyan desde el umbral, con tono bajo—. Los vampiros no se han vuelto a mover. Nada desde aquel último ataque. Ada no contestó de inmediato. Sus ojos violetas estaban fijos en el horizonte. Después de todo lo que habían vivido, el silencio era inquietante. —Es peor así —murmuró ella—. Al menos cuando hay guerra, sabes contra qué hay que luchar. Lukyan caminó hacia ella y le tomó la mano. La envolvió entre las suyas con ese gesto sereno que siempre le devolvía algo de paz. —No podemos quedarnos aquí esperando a que todo explote otra vez. No con otro hijo en camino. Ada asintió, sus dedos entrelazados a los de él. —Creo que llegó el momento. Él ladeó la cabeza. —¿De qué? —De dejar el trono, Lukyan. De pasarle el testigo a Halley. Mi
Capítulo 125. Hugo nunca pensó que sus pasos lo llevarían tan lejos de casa. Había nacido en las tierras del sur, en una manada tranquila y pacífica. Su mundo era sencillo: cuidar el huerto, alimentar a las gallinas, cosechar cuando era el tiempo y dormir cuando el cuerpo lo pedía. Ni siquiera había pensado en convertirse en un guerrero. Allí no se necesitaban, y él era feliz así. Nunca había soñado con castillos, ni con coronas, ni con títulos. Nunca había deseado más de lo que tenía… hasta que conoció a Halley. Ella apareció como un soplo de viento fresco. Sabía que existía la posibilidad de que tu compañera destinada apareciera, pero en la mayoría de los casos esas dos almas gemelas jamás se encontraban. La conoció en un arroyo mientras rellenaba su cantimplora. La vio allí parada, observándolo desde un árbol, y de un momento a otro ese aroma a fresas lo arrolló. Su lobo interior se volvió loco. Habían encontrado a su compañera, y sin buscarla. Ella era una campesina como él…
Capitulo 126. Las flores que decoraban el salón no alcanzaban a disimular el aire tan espeso que se respiraba en el castillo. Halley estaba sentada en el trono secundario, ese que solo ocupaba cuando el rey y la reina estaban ausentes, pero que en los últimos días parecía haberse vuelto suyo. Las miradas se clavaban en ella desde todos los rincones. No importaba que fuera la heredera, la hija del Norte y del Sur, la recién coronada. Para muchos, todavía era solo una muchacha joven que debía cumplir su deber. —Majestad —dijo un Alfa de la manada del Oeste con un tono demasiado condescendiente—, el linaje de su compañero debe estar a la altura del suyo. Es lo que se espera de una reina. —No puede gobernar con un campesino a su lado —insistió otra voz, esta vez de una Beta de la manada de los Valles—. El pueblo la respetará, pero las manadas no la seguirán si no consolida la alianza que se necesita. Halley los escuchaba, pero sus pensamientos estaban lejos. Vagaban por los campos d
Los primeros rayos del sol acababan de aparecer en el firmamento con mucho esfuerzo se levantó. Ada se fijó en lo vieja y deteriorada que se encontraba su pequeña cabaña. Pero se recordó a sí misma que al menos tenía un techo sobre la cabeza. El viento se filtraba por las pequeñas grietas de las paredes, la pequeña brisa que se filtraba era fría, esa era la primera señal de que la nieve no tardaría en llegar. Miró con preocupación la fina manta que cubría la cama y suspiró, preguntándose si su padre estaría de buen humor hoy y tendría la bondad de darle alguna de las prendas de ropa vieja de las que ya se quisieran deshacer. Necesitaba abrigarse más si no lo más probable es que enfermará. No tardó demasiado en encontrarse parada justo enfrente de la lujosa residencia del Alfa de la Manada Black Mountain, lista para comenzar con las tareas de limpieza del día. En esta casa vive su padre, Henry el Alfa de la manada; su madrastra, Luna Ursula; y su hermanastra Andrea, la princes
— Lo siento, fue un accidente. Estaba tan cansada que me desmayé.—Esas son las únicas palabras que se atrevió a decir, llevaba tanto tiempo pidiendo perdón que esas se habían convertido en las únicas palabras que pronunciaba al cabo del día.La mirada de su padre pareció suavizarse, mostrando una expresión de preocupación, pero en cambio la de Luna Úrsula seguía llena de ira. La interrumpió:—¿De verdad es así? ¿O planeas hacer lo mismo que la última vez y robar las joyas de tu hermana?—¡Yo nunca le he robado nada! —le respondió inmediatamente, furiosa. Ella y su Andrea siempre se aliaban para acusarla de robar dinero de la casa, e incluso escondían dinero en su habitación como "prueba".—No te molestes en negarlo. Encontramos en tu habitación el dinero que obtuviste vendiendo esas joyas —dijo con desprecio—. Con una madre como la tuya, no es sorprendente que seas capaz de cualquier cosa.— Qué haces ahí parada, no tienes suficiente trabajo por hacer o quizás debería darte más tarea
Ada miró al hombre en la cama por un momento, permaneciendo a su lado, lo que hizo que su loba comenzara a recuperar fuerzas poco a poco. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que, cuando su compañero despertara, lo poco que había encontrado de fruta no sería suficiente para ayudarlo a recuperar fuerzas. Así que Ada se levantó, tomó su viejo y desgastado abrigo y se preparó para ir a cazar en el bosque en secreto. El Alpha siempre le había prohibido hacer esto, pues creía que Ada no tenía la capacidad de protegerse en el bosque, pero hoy la diosa de la suerte parecía estar de su lado. No le costó mucho esfuerzo atrapar un pequeño conejo. Emocionada, lo mordió por la pata y abrió la puerta de su casa, pero al hacerlo, chocó de frente con una figura alta. Él era, de hecho, bastante grande, y sus ojos azul oscuro la observaban fijamente. Mientras ella ponía al "conejito" sobre la mesa, se quitaba el abrigo y sacudía la nieve de su cabello, su mirada nunca se apartaba de ella, y de vez
Cuando el sol volvió a salir, Ada se preparó para salir a trabajar. Anoche, ella respondió de manera superficial a su propuesta y le rogó que durante su estadía no saliera de aquí. Si ya se había enojado por las cicatrices en las manos, no se atrevó a imaginar qué pasaría si llegara a ver cómo es un día normal en su vida.Aunque Lukyan aceptó con buenas palabras, no tenía intención de seguir sus instrucciones.Necesitaba ir al bosque para investigar la verdad sobre los atacantes que lo habían agredido, y también para ver si podía encontrar rastros de su Beta. Justo antes del ataque, había estado con su Beta y algunos de sus soldados en una reunión entre manadas de lobos, y si seguían con vida, necesitaba contactarlos lo antes posible. Ada estaba en la sala de la casa de los Alpha, sosteniendo un trapeador lista para comenzar a limpiar, cuando de repente la puerta se abrió y Jhon entró. Se acercó a ella y le saludó amistosamente, pero luego frunció el ceño y preguntó qué era ese olor
Todos los que vivían en la casa de los Alfa y los vecinos cercanos se reunieron rápidamente para ver qué estaba pasando. Cuando vieron a Andrea sujetando a Ada, con la cara llena de tristeza mientras la acusaba de robar, el murmullo de desprecio comenzó a llenar la multitud. “Sabía que ella no era buena, como su madre.” “Sí, si no fuera porque nuestro Alfa aún recuerda que es su hija, ya la habrían echado. ¿Cómo puede ser tan desagradecida?” Al escuchar los murmullos, Andrea miró a Ada con una sonrisa de triunfo, luego adoptó una expresión de decepción y dolor en su rostro y dijo: —Cuando Ada robó por primera vez mi collar y lo vendió, padre pidió que la echáramos, pero mamá y yo pensamos que solo había sido un error y que bastaba con que ayudara un poco en las tareas del hogar como castigo. Sin embargo, Ada nunca mostró arrepentimiento, y yo y mamá seguimos intercediendo por ella, pero ella seguía robando. Mamá ya está tan enferma de coraje que no puede levantarse de la cama hoy…—