11. El reflejo del miedo
Carlo
Fui el primero en abrir fuego a nuestros enemigos, y aunque me llevé a unos cuantos de ellos de por medio, la diferencia en números era bastante notable.
Tanto, que si quiera tuve la oportunidad de cruzar la verja y llegar hasta un Sebastian que sometían y empujaban hasta la salida de emergencia del teatro.
Fabiano Calderone me miró en la distancia con una sonrisa repulsiva y delirante. El hijo de puta había advertido cada uno de nuestros movimientos y por eso se había preparado de un modo en el que gozaba de una ventaja absoluta.
Disparé a un esbirro mientras Greco y otro de nuestros hombres cubrían mi entrada. Me recargué contra uno de los pilares e hice dos pequeños cálculos del tiempo que me tomaría en llegar hasta ellos por diferentes vías.
En ninguna de las dos conseguía salvar a mi amigo…
Pero lo intentaría. Lo haría por él y por mi hermana, porque su existencia era tan necesaria en nuestras vidas como el aire que respirábamos.
Greco también estaba dispuesto a todo,