Solté un suspiro agudo. "Al menos no maltrata a su hija como maltrata a su esposa".
"¿Cómo está Sera? ¿Está bien? Por favor, dime que no está aquí ahora mismo".
"Vine con ella a rescatar a Annika", admití. El corazón de Abe golpeó con fuerza contra sus costillas. Yo podía oírlo. El aroma del miedo a