Capítulo 21

La caravana entró al campamento Karluk cuando todavía era de madrugada. Hacía frío, tanto que incluso Alimceceg se restregó las manos contra los brazos buscando calentarse. De reojo vio su albornoz, lo único que podía cobijarla, pero que estaba mojado. Alimceceg se enojó con ella misma por no haber pensado bien las cosas cuando decidió enfrentarse esos delincuentes. Ahora, su abrigo de lana estaba empapado, lejos de ser cálido y seco.

Alimceceg no solo sentía frío, sino también sentía nervios. Su estómago se revolvía y unas ganas enormes de llorar la amenazaban constantemente. Pero ella sabía muy bien que no iba a llorar frente a toda esa gente, esperaría a quedar sola y solo ahí lloraría por todas sus pérdidas.

Finalmente, los guardias apostados en la entrada del campamento permitieron la entrada de la caravana llena de esclavos. Era mitad de semana, lo que significaba venta indiscriminada de prisioneros a toda la estirpe noble de la re

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