El sol estaba comenzando a alcanzar su punto más alto en el cielo cuando Clara decidió que era hora de irse del parque. Aunque el tiempo con Donovan había sido agradable, especialmente después del pequeño incidente con el perro, sentía que necesitaba un respiro.
—Voy a pedir un taxi —dijo, sacando su teléfono del bolso mientras caminaban hacia la salida.
Donovan arqueó una ceja y se cruzó de brazos.
—¿Taxi? No tiene sentido. Déjame llevarte.
Clara se detuvo, volteándose hacia él con una expresión indecisa.
—No quiero molestarte, de verdad. Además, mi casa no está tan lejos.
—Clara, ¿de verdad piensas que te dejaré ir sola después de nuestra pequeña aventura en el parque? —bromeó, señalando su labio aún ligeramente hinchado—. Es lo menos que puedo hacer después de sobrevivir a un ataque doble: el perro y tu cabezazo.
Ella rodó los ojos, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa.
—Insisto, Donovan, puedo ir sola...
Él negó con la cabeza antes de que ella terminara la frase.
—No voy a discu