Me quedé dormida después de tanto llorar. Al despertar, me percaté de que estaba en la habitación que mis padres habían preparado para mí. Mi madre yacía a mi lado, sosteniendo mi mano. Al sentarme, noté en la mesita de noche un recipiente con agua y toallas. ¿Fiebre de nuevo? Probable, considerando mi reciente enfermedad; mi madre se había encargado de cuidarme.
—Mamá —la llamé, moviendo su hombro, y despertó al instante —
—Ah, ya has despertado...—se incorporó frotándose los ojos —¿Te sientes mejor? Tu padre me dijo que estuviste llorando, además te dio un poco de fiebre.
—Estoy bien gracias a ti —le dije con una sonrisa, sosteniendo sus manos —. Me alegra verte de nuevo, madre, ya no tienes por qué preocuparte.
—No sabes cuánto te extrañé —me dio un abrazo y luego me miró— ¿Te quedas a cenar? Tengo pensado invitar a Silvano para que nos acompañe.
—No, Silvano no —dije enseguida, y mi madre me miró confundida —. Es que está ocupado, no creo que pueda venir hoy. Quizás en otra oca