Llegamos al departamento después de un largo día en la hacienda. Raegan estacionó el auto, y al abrir la puerta, el aire frío de la noche me despertó un poco. Me giré para ver a Regina y a los niños dormidos en el asiento trasero, tan tranquilos. Sin embargo, al mirar la pantalla de mi celular, noté varias llamadas perdidas de Elijan y mensajes que decían:
"¿Dónde estás? No seas infantil, Alexa. Responde el celular."
Nos despedimos de Raegan y entramos al edificio yo tenía a mis bebés entre los brazos.
Al abrir la puerta del edificio, supe que algo andaba mal. Elijan estaba ahí, esperando en el pasillo del departamento, su figura rígida y dominante bajo las luces tenues. Me detuve en seco, y mi corazón empezó a latir más rápido. Lo miré unos segundos, tratando de evaluar la situación, cuando Regina apareció detrás de mí, cargando a los niños.
Al verla, Elijan torció la boca en una sonrisa sarcástica.
—Vaya, una reunión familiar —murmuró, sin apartar su mirada de mí.
Regina