Michael Foster.
Mis escoltas llevaron a Regina rápidamente al baño para mantenerla fuera de la vista. Sabía que tenía que encargarme de esta situación sin que ella lo presenciara. Aún podía escuchar su voz en mi mente, rogándome que no lastimara a su hermanito. Pobre Regina, tan inocente como siempre. No sabía lo que realmente significaba lidiar con un hombre como Raegan.
Al verlo de cerca, mi sangre hirvió. El maldito responsable de la muerte de mi padre estaba parado frente a mí. Su arrogancia era insoportable, y ese aire de superioridad que siempre llevaba solo me hacía querer borrarle la sonrisa de un golpe.
—Michael Foster. Qué sorpresa verte aquí. —Su tono era cargado de ironía, su sonrisa cínica.
—Raegan Stavros, el hombre que se esconde detrás de un traje caro mientras vive del poder que heredó de otros. —respondí con calma, aunque por dentro deseaba arrancarle la cabeza.
Él soltó una risa burlona y dio un paso hacia mí, como si tuviera algo que probar.
—Ahora soy el pre