Cielo estaba sentada en el borde de la cama, en sus manos la ecografía que el doctor le acababa de entregar se llevaba toda su atención.
— Gabriel, ve que pequeño que es, y ya tiene piernitas y manitos. — el brillo en sus ojos cautivaba al tatuado, ¿paraíso? Quien lo necesitaba si la tenía a ella.
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