POV: Aslin Ventura
Habían pasado tres semanas desde que me encerraron en esta habitación.
Veintiún días de silencio, de sombras, de respirar el mismo aire cargado, de mirar las mismas paredes que parecían encogerse más cada noche.
Mis rutinas eran simples: despertar, recibir mi bandeja de comida, comer frente a la ventana sin vista real, ducharme, dormir. Repetir.
Alexander no había vuelto a hablarme desde aquella amenaza. Solo aparecía cuando era la hora de servirle sus comidas, y yo debía bajar, sonreír como si todo estuviera bien… y volver a subir.
Como si no existiera.
Como si solo fuera un mueble más de la mansión.
Pero esa mañana, algo cambió.
Me desperté con un dolor extraño en el estómago. No era hambre. Era una punzada profunda, incómoda, como si todo mi cuerpo estuviera en contra de sí mismo.
Me levanté de la cama con lentitud, esperando que se pasara… pero apenas di tres pasos, sentí que todo giraba.
Mareos.
Me apoyé en el borde del tocador, cerrando los ojos, respirando ho