05

—Tiene uno que otro raspón, pero con el ungüento se le pasara... Su pata está dislocada, no hay fractura alguna por lo que se recuperará con el yeso. Mi recomendación es que evites que salte lo más posible—cita el veterinario escribiendo en su carpeta.

—Es un conejo—enfatizo con obviedad refiriéndome a los saltos.

—Lo sé, me di cuenta—ironiza—. Pero si quieres que tu mascota se recupere trata de que no salte mucho. Por lo menos unos días. Hasta que él hueso vuelva a su lugar.

—Lo más angustiante es que ¿me dijiste que estaba en un arbusto? —Asiento—. Puede que haya inhalado una toxina, sus pulmones no están trabajando como deberían a una velocidad normal, respira más lento de lo que debería. Tendrán que volver a venir para observación

—Gracias, doctor—Quill me arrebata a Beta y comienza jugar con ella en sus brazos.

—Disculpe—llamo su atención—. ¿Me puede revisar el ojo? Es que últimamente me da un tic y comienza a temblar.

Enarca las cejas, confundido. Se echa a reír, pero se calla al darse cuenta que me he cruzado los brazos hablando en serio.

—No soy doctor de humano, pero veamos. No creo que sea tan diferente—se hace a un lado para que yo me siente en la camilla.

Con una mini linterna empieza a examinar mi ojo. Eche un vistazo a Quill que miraba la escena con diversión.

—Mire a la derecha. Ahora izquierda—hago lo que dice—. No veo nada extraño. ¿Cada cuánto sucede ese tic?

—Por lo general cuando estoy cerca de una irritable, necia y odiosa persona.

Guarda la linterna en su bolsillo y con una sonrisa socarrona concluye que:

—No tienes nada, solo es un reflejo nervioso en situación de estrés. Parece que eres alérgica a esa persona.

Pero que buen doctorado tiene este hombre. Me pregunto si lo sacó por internet.

Apenas salimos del consultorio casi nos da un infarto debido a que varios perros nos ladraban y los gatos se encorvaban mientras hacían un insoportable gruñido. Beta esconde su cabeza en el pecho de Quill asustada.

Ahora que lo veo, soy la única que tiene un conejo, hay ratas, pájaros y demás adefesios, pero ningún conejo. Los dueños nos miran como bichos raros mientras salíamos del veterinario.

— ¿Es en serio? ¡Vi monos y tarántulas! No creo que tener un conejo sea extraño. ¿O sí?

—No...

— ¡Claro que no!

Quill ríe y me pasa a la coneja, por si, efectivamente, es hembra. La cual pienso que ya se acostumbró a estar en mi pecho. Su respiración es tan acelerada que no comprendo cuando el veterinario dijo que respiraba lento, su nariz se mueva de forma graciosa.

—Te vez linda con Beta. Hasta parece tu hija.

— ¿Y tú el padre? —contraataco, disfrutando de su sonrojo y balbuceo.

Se recompone cuando escucha que me rio de él. Se pasa la mano por la nuca y con una sonrisa burlona me sigue el juego.

—Tú tendrás su custodia.

—Igual que todos. Vienes y me dejas sola con el paquete. Muchísimas gracias.

Ambos reímos y hablamos de cualquier tontería de camino a mi casa. Iba a despedirme, pero él se adelantó depositando otro beso en mi mejilla. El contacto fue suave contra mi piel, y se tomó su tiempo para terminarlo.

—Hasta mañana, Nova.

Y se va.

Dejándome con una extraña sensación.

Una agradable.

¿Y si...?

¡NO!

No puedo ni siquiera pensar en eso; el poco y nada de amor que albergaba mi corazón se lo robaron. Muchas decepciones tuve con mi padre, el único hombre que supuestamente debería de quererme y no lo hizo, más Adrián que lo único que hizo fue reafirmar mi teoría que los hombres no sirven sino para mentir y hacer daño.

Me es imposible imaginarme ahora en una relación con alguien más.

La escena se repite una y otra vez, toda la tarde, a todas horas pienso en el beso y las ganas que tuve que fuese en los labios. Debatiéndome si darme una segunda oportunidad en el amor o no.

No puedo echar a perder una amistad así; suficiente el calvario social que es estar conmigo y regodearse con los rumores y vidas alternas que los estudiantes de Belmont me inventan.

— ¿Nova puedes ir a la panadería? —grita mi madre interrumpiendo mi estudio de inglés.

—Si —respondo sin ánimos.

Antes de salir de la habitación, rodeo la cama con almohada, sabanas enrolladas y ropa, haciendo una especie de muralla para evitar que Beta salte de ella.

Agarro el dinero que mamá me dejó y camine unas cuadras hasta llegar a la panadería. Veo a la cajera limándose las uñas e hice la fila para salir de una vez por todas de ese pequeño y sofocante hueco.

Al final, siempre termino comprando un pan extra ya que uno desaparecía "misteriosamente" en el camino.

Cruzo la esquina y noto el brillo reflejante de una cabellera rubia con una chaqueta de jeans saliendo del parque con la vista fija en su teléfono; me petrifico al verlo.

Camino apresura con la mirada baja y la mano tapando mi rostro, para evitar lo más posible que me reconozca.

— ¡Nova!

¡Maldita sea!

Acelero el paso para escapar, pero es inútil, corrió hasta estar a mi lado. En películas y series ésta sería la escena de la típica persecución del psicópata y la chica en pijama esperando a no ser alcanzada.

— ¿Puedo acompañarte?

—No.

—Quiero saber dónde vives—se justifica con las manos en su espalda y doblándose un poco para así estar a mi altura.

—Y yo no quiero—respondo sin mirarlo, el sonido de mis pisadas se hace más fuertes y rápidos.

— ¿Por qué?

—Porque no me agradas.

— ¿Por qué?

—Porque eres desesperante.

— ¿Por qué?

—Porque no te aguanto.

— ¿Por qué?

— ¡Cállate! —exploto, llamando la atención de todos en la calle.

Él deja de parpadear, quedando perplejo, luego sonríe como un niño que acababa de realizar una travesura. Ya me estaba sacando de quicio, si seguía con su actitud infantil voluntariamente me internaría en un manicomio.

— ¿Por qué?

Gruño exasperada.

A pesar de mis objeciones terminó siguiéndome. No niego que la idea de pasar por un callejón súper peligroso y perderlo ahí no era tentadora, pero no estaba de humor para escuchar los regaños de mamá por haber tardado.

Por el camino ninguno dijo nada, por mi parte no quería hablarle, pero él tampoco decía nada, solo mantenía esa sonrisa.

¿Que no le duele la cara de tanto sonreír?

Lo peor de todo es que el ambiente no era incómodo, por alguna extraña razón estar con él no lo era. Más bien se sentía familiar esta situación, la sensación de haberlo visto antes no desaparecía, aun no sabía de dónde provenía este deja vú.

¿Lo habré visto en alguna fiesta?

La incertidumbre era agobiante, como una picazón que no se podía rascar.

— ¿Por qué me molestas? —me atrevo a cortar el hermoso silencio.

—Porque ¿es divertido? —contesta, como si fuese lo más lógico del mundo.

—A parte de eso—me mira confundido—. Me refiero a ¿Por qué a mí? O sea, muchas chicas están interesadas en ti, en cambio, tú te empeñas en estar con alguien que no es de tu mismo nivel intelectual.

Analizo por un rato mis palabras, dándome cuenta que posiblemente no me haya entendido por la cara de menso que traía. En definitiva, tenía un nivel intelectual superior que la de él.

—Me refiero, a que tienes que tener alguna razón para fastidiarme ¿verdad?

Suspira, y por primera vez lo observo en su faceta seria, chasquea la lengua, desvía la mirada y con una sonrisa forzosa responde:

—De hecho...

— ¿Nova? —Interrumpe la voz de mi madre acercándose a nosotros. Ella mira inquieta a Brayden a mi lado—. ¿Quién es él?

No me había dado cuenta que ya habíamos llegado, más bien, si no fuese por el repentino llamado de mi madre pude haber seguido de largo.

—Él es... —cierro la boca cuando siento que toman mi mano.

—Soy Brayden McCarthy, el futuro novio de Nova, mucho gusto —y extiende la otra mano hacia mi madre.

El tiempo se detuvo para mí.

Respondió tan alegre, tan cortes y casual que mi madre golpeo su mano para lanzarse a sus brazos emocionada.

¿¡PERO QUE M****A?!

— ¡Por fin un valiente!

Mis ojos se iban a salir y por mi boca entraba cuanto bicho, animal y alíen que pasaba.

— ¿Cómo que valiente?

Me ignora.

Ella me arrebata la bolsa y entra a la casa como si nada, mirando de forma divertida a mi "futuro novio". Muchas cosas pasaban por mi mente, cosas como:

Estúpido.

Imbécil.

Un camión pasando encima de él.

—Bueno—Su aplauso me hace pisar tierra—. Ya sé dónde vives. Misión cumplida.

Mete sus manos en sus bolsillos traseros y se le queda viendo al árbol que dirige a mi habitación con una sonrisa, luego enfoca sus ojos en mí.

—Adiós.

— ¿Cómo que adiós? ¡Brayden! —corre lejos muerto de risa.

¿¡QUÉ CARAJO PASA CON ÉL?!

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo