Capítulo 41.
Nos adentramos en la carnicería y se me ocurrió una idea. Me detuve abruptamente y me giré hacia cole estirando la mano.
—¿Qué? ¿Necesitas más monedas?— Preguntó Cole inexpresivo.
—No te estoy pidiendo monedas. — Dije exasperada. — Ni siquiera me dejaste hablar… espera ¿Tienes más?
Él solo me miró. Odiaba sus malditos silencios.
—Como sea. Quiero tu camisa. — Dije pestañeando inocentemente en su dirección.
Siguió observándome dos segundos antes de que comenzara a quitarse el “uniforme real” y se desabrochara hábilmente la camisa mientras me miraba a los ojos. Por la madre, hacía calor de repente.
Cuando terminó me la entregó y por un instante se me olvidó para qué la quería. Malditos y esculpidos músculos que le hacían cosas graciosas a mi cerebro.
Comencé a enrollar la camisa ante la mirada curiosa de Cole. Él no se puso el resto del uniforme y yo no se lo pedí. ¿Quién era yo para pedirle que me ocultara tan buena vista?
Me coloqué la camisa enrollada tapando mi nariz y boca;