Isabella abre su boca, pero nada sale de ella. Quiere explicar que no es así, pero Benedict está tan enojado que sabe que cualquier cosa que diga, él no lo va a creer.

Varios segundos después de una lucha de miradas, ella consigue hablar.

—No es lo que estás pensando.

Benedict la aprieta más contra su cuerpo. Con una mano sostiene su barbilla y hace que ella lo mire directamente a los ojos.

—Ambas son de la misma calaña. No me puedo ni imaginar lo que están planeando hacer entre las dos.

Isabella gime ante el dolor que le provoca la mano de su esposo, sujetando su cara con fuerza.

—No estamos planeando nada. Ella solo vino a buscarme para pedir un favor. Si no te gusta que venga, le diré que ya no lo haga.

Una carcajada de Benedict la deja confundida.

—Por supuesto que me gusta que venga a visitarnos —dice con diversión y disfruta de ver a Isabella adolorida—. Es una mujer espectacular. Si la trajiste hasta aquí y la llevaste a la empresa, es porque me la estás sirviendo en band