Capítulo 101. Eres incapaz
Después de salir de la clínica, Megan insiste en que no vuelvan directamente a la mansión ni a la empresa. Quiere evitar que Isabella se encierre en sus pensamientos, que se hunda aún más en esa tristeza silenciosa que no ha logrado soltar desde hace días.
—Vamos a distraernos —dice con una sonrisa decidida, tomando su mano para llevarla hasta su auto—. Solo por hoy, Isa. No pienses en él, ni en ella. Solo nosotras.
Isabella no tiene fuerzas para discutir. Asiente en silencio y deja que su amiga la arrastre por distintos lugares: primero a un pequeño restaurante donde almuerzan algo liviano, pescado y verduras gratinadas, luego al cine, donde apenas puede seguir la trama de la película. Más tarde recorren tiendas, se prueban ropa que no compran, hojean libros en una librería-café, pequeña y cálida, de esas que parecen sacadas de otro tiempo.
La tarde se va deshaciendo entre risas forzadas y meriendas dulces. Isabella agradece el esfuerzo de Megan, pero sabe que su mente no está realme