La hija del presidente
La hija del presidente
Por: SowAlexis
PREFACIO

Angelica siempre ha sido una mujer digna de admirar debido a que es la única hija femenina de la familia, tiene dos hermanos mayores quienes la consienten, pero al mismo tiempo la sobreprotegen por ser la menor. Su madre da la vida por ella, debido a que en el momento del parto estuvo a punto de fallecer por dificultades en el procedimiento, siendo un milagro para la familia. Por eso mismo, siempre han buscado darle los mejores estudios, clases y objetos con tal de que sobresalga sobre las demás dejando en alto el apellido Miller; ya que su padre era el alcalde de la ciudad de Nueva York; teniendo el sueño de ser el gran presidente quien estaba a punto de lograrlo.

― Hija muévele, no podemos llegar tarde a las elecciones ― Ordenó su padre, quien sabía que estaba a punto de ganar ― No podemos llegar incompletos ― Sentenció con seguridad, Angelica solo rodaba los ojos ante su angustia porque sabía los potenciales que tenía su familia.

Angelica se miraba por última vez en su espejo admirando sus ojos color celeste, su piel blanca como un copo de nieve, su bella y sensual sonrisa, destacando al mismo tiempo que su cabello largo hasta la cintura color anaranjado, con su cuerpo delgado pero adecuado tamaño de senos y glúteos. Bajó corriendo las escaleras, para sonreírles antes de entrar al vehículo como cuando era pequeña y hacía alguna travesura. Llegaron al gran salón, todos como familia apoyándolo desde los asientos traseros; igualmente que los familiares del otro candidato donde se encontraba Andrew Brown, el hijo favorito pero fastidioso para Angelica quien siempre que lo observaba sentía que se amargaba su día, debido a su inmadurez. 

― Vamos a rasgar el sobre, para saber quién será nuestro próximo presidente de Estados Unidos ― Afirmó la concejal, ocasionando que todos se colocaran de pie ―, El señor Leonardo Miller, felicitaciones ― Exclamo, donde Angelica sentía que su corazón saldría de su interior, abrazando a su padre sin importarle la opinión o comentarios de la gente, porque sabía que era su principal sueño.

Después del acontecimiento, se decidieron a celebrar en la mansión de los Miller más porque el mismo pueblo lo hacía, pero en los alrededores. Angelica sonrió a todos los invitados, incluso quienes no le caían bien sintiéndose una diosa, porque al mismo tiempo había ganado el casting de la mujer más hermosa de su universidad. Al finalizar, se quedaron los familiares del otro candidato Brown para terminar de culminar una decisión que favorece a ambas familias, donde Angelica y Andrew no tenían la menor idea de que trataba. 

― Celebraremos la próxima unión entre mi hija Angelica y su hijo Andrew ― Sentenció su padre, ocasionando que botara el trago que había adquirido de la copa ―, Ellos tendrán un compromiso formal, como se había establecido ― Prosiguió donde ambos implicados voltearon a verse.

― ¿De qué hablas? nunca me has consultado ― Intervino Angelica lo más educada posible ―, No puedo comprometerme con alguien, solo porque tú quieres ― Manifestó, siendo detenida por su madre quien sabía cómo actuaba cuando se alteraba.

― Esta vez estoy de acuerdo con ella, no nos pueden obligar ― dijo Andrew dejando su copa de vino en la mesa central ―, No estaré con una mujer como ella, ¿me miran? no se compara para nada a mi ― Sentenció dando una vuelta, Angelica solo rodó los ojos. 

― No se les está preguntando a ninguno de los dos ― Afirmó sorprendiéndolos a ambos ―, Es una decisión que no tiene vuelta atrás ― Ordenó con una sonrisa, Angelica no podía creer como el triunfo de su padre se había vuelto en su peor pesadilla; lanzando su copa de vino a Andrew llamando la atención de todos, para salir corriendo por fuera de su propio hogar sin importar la hora, ni donde se encontraba. 

De sus ojos solo salían lágrimas, sin creer como su padre había jugado con su propia autoestima comprometiéndose con alguien más solo por negocios o hasta para obtener la presidencia; porque realmente no sabía la razón principal. Corría y corría sin ningún rumbo fijo, cuando sintió unas luces en frente de ella ocasionando que cayera al suelo. 

― ¿Señorita? ¡señorita! ― Manifestaba una voz mirándola después de haber detenido su carro ―, ¿Cómo se encuentra? Respóndeme por favor ― dijo con nervios, cogiéndola para ponerla en el asiento trasero.

― Te odio papá ― Susurro antes de perder totalmente el conocimiento, sin saber que ese trágico accidente sería el comienzo de su vida; más si se trataba del verdadero amor de su vida.

Por otro lado, Estiven era un joven hijo único de sus dos padres campesinos quienes tuvieron que escapar a la ciudad de Nueva York; por amenazas además buscaban un mejor futuro para su hijo al que ellos tuvieron. Sin embargo, un terrible cáncer arrebató la vida de su madre, quedando solo con su progenitor paterno buscando la forma de salir adelante juntos. 

Flash back

― Hijo necesito que me prometas algo ― Mencionó teniendo agarrada la mano de Estiven ― Debes honrar y cuidar a tu padre, porque siempre hemos dado lo mejor para ti ― Afirmó con las leves fuerzas que aún conservaba.

― No digas bobadas, porque tú estarás con nosotros mucho tiempo más ― Afirmó con dolor, mirando y sonriendo a su madre ―, Ya verás cómo saldremos de aquí, estaremos en casa riendo y burlándonos de lo sucedido ― Mencionó con angustia, su madre negó con la cabeza.

― No podemos mentir, tu padre se querrá ir detrás mío algo que no puedes permitir ― Confesó, ocasionando que derramara una lágrima ―, Agradezco a Dios la oportunidad de tener un hijo como tú y recuerda siempre perseguir tu felicidad sin importar los obstáculos presentes ― Afirmó antes de cerrar los ojos, empezar a sonar la máquina para dar a entender que eran sus últimas palabras en este mundo. Estiven se recostó llorando a su lado, porque era el motor de su vida quien se había ido de este mundo. 

Fin del flash back

Era un joven muy estudioso, dedicado, simpático que atraía miradas de sus compañeras, pero solitario; especialmente desde que había terminado su relación con Luna, su ex novia con quien duró cuatro años después de enterarse que le estaba siendo infiel con su mejor amigo Jhon de toda la vida, desde el colegio. Actualmente, se encontraba estudiando periodismo en una de las mejores universidades de la ciudad debido a media becada por sus excelentes notas; la otra mitad del semestre debía obtenerla por medio de trabajos de medio tiempo, en el día ayudando de domiciliario en sus tiempos libres entre clases y en la noche como mesero de un bar sexual. 

No se sentía orgulloso, pero sabía que era por sus estudios además de llevar recursos a su hogar; ya que su padre se encontraba enfermo por la diabetes y su madre falleció hace cinco años. Era hijo único, pero feliz de todas las recompensas que Dios había traído a su vida; ya que era un hombre creyente y que sentía que por medio de su bendición podría salir adelante. Se encontraba en el bar, atendiendo cuando llegó su mayor dolor de cabeza, Luna quien estaba buscándolo después de darse cuenta que su amante no la quería como ella pensaba. 

― ¿Qué deseas tomar? ― Pregunto decentemente, porque era una cliente más ―, El show principal inicia a media noche, para que lo tengas en cuenta ― Manifestó, esperando su respuesta, pero solo tenía agarrado su delantal rojo.

― Quiero tomar buenas decisiones, por eso quiero que volvamos ― Confesó mirándolo fijamente, pero él solo negaba ―, También un vodka, pero que tú me lo gastes ― Manifestó mordiéndose el labio, Estiven solo rodo los ojos logrando que lo soltara para ir por la bebida.

Allí, se encontró con su nuevo mejor amigo Claudio quien trabajaba como mesero también, teniendo más experiencia además conocía la historia con Jhon quien fue el amante de su amada. Claudio sabía toda la historia que ellos habían vivido, aconsejando que debía dejarla atrás porque solo sería un dolor de cabeza para su vida; por eso mismo se ofreció a llevarle el vodka, el cual se lo tiraron encima al ver que no era su ex novio quien estaba allí. Llamaron a seguridad, para que la lograran sacar mientras gritaba que no se daría por vencida, Estiven suspiro porque sabía que no sería la única noche que la tendría allí.

― Que chica más loca y cínica después de lo que te hizo venir a buscarte ― Manifestó Claudio, suspirando con locura ―, Espero no vuelva a entrar, ¿cómo haces para ganarte mujeres tan complicadas? ― Preguntó en tono de burla, mientras recibía los tragos.

― No sé, pero me ha dañado la noche ― Susurro resignado, dejando su delantal ―, Nos vemos mañana ― Manifestó saliendo del bar, el jefe sabía el buen empleado que era donde lo dejaba irse temprano al menos tres veces al mes; esta vez era necesario porque después de sus cambios de humor y ánimos sabía que no atendería con agrado a sus clientes, quienes sabía que no tenían la culpa de sus asuntos personales.

Se subió al vehículo, empezó a andar cuando decidió acomodar la música desde la radio; perdiendo de vista la carretera por diez segundos. No creía que fuera un peligro, cuando volteo a ver observando una bella dama al frente frenando con brusquedad, logrando tocarla para que cayera al suelo o al menos eso creía. Sentía su corazón a mil, saliendo del vehículo para auxiliarla, pero quedó plasmado ante su belleza, porque no había conocido una mujer tan bella como ella, asustándose cuando no reaccionó ante sus palabras dirigiéndose al hospital. Caminaba de un lado a otro, esperando no tener problemas sintiéndose que era el día que peor suerte tenía. Sin embargo, se sentía feliz de haber chocado con una mujer que había logrado palpitar su frío corazón por primera vez después de ocho meses.

― ¿Sabes cómo se llama la señorita? ― Preguntó la enfermera, pero negó con su cabeza ― Está bien, buscaremos entre sus objetos personales ― Prosiguió dirigiéndose hacia la habitación, Estiven se sentó en la sala de espera esperando tener noticias de aquella bella dama desconocida pero interesante.

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