Capítulo 30— El café
Elektra:
—¿Te gustó mi regalo? —me preguntó con una sonrisa instalada en su cara —Lo único que deseo es que tú y Dorian se hagan cercanos, los dos son muy importantes para mí, por lo que espero que disfruten de la cena
Asintiendo con una sonrisa tensa, me maldije a mis adentros al sentirme una desgraciada, descarada; porque él no se merecía mi engaño, y caminando para reunirnos con un par de asistentes a la gala, quienes eran conocidos de mi padre, la inquietud no paraba de invadirme.
¿Cómo se le ocurre a Dorian que pude contarle a alguien lo que sucedía entre nosotros, si la única que conoce nuestra historia es Katrina, y ella no sabe de su vínculo con mi padre? Sonriendo fingidamente, me uní a la charla que transcurría entre risas, y cambiando de tema de manera drástica, el mejor amigo de Alaric, Fernando, comentó
—Elektra, ¿y desde cuándo el interés de donar a la caridad? Porque, según vi en la puja, te veías muy interesada en ganar.
Tragué grueso al ver que