Sylvia se quedó sin habla por un momento antes de entregarle a Sherry los bollos que le había hecho.
Sherry devoró los panecillos como un lobo hambriento.
Se levantó después de terminar los bollos y abrazó fuertemente a Sylvia. —Syl, ¡gracias a Dios que estás aquí! ¡O estaría muerto!
Sylvia frunció los labios con impotencia cuando notó las marcas rojas alrededor del cuello de Sherry.
…
Sherry volvió de entre los muertos y parecía más enérgica después de tragarse los panecillos. Parecía viva.
Sylvia la acompañó hasta el patio y le mostró cómo cosía.
Sherry cosió más rápido hoy, pero fue descuidada. Terminó la fea lila de ayer en menos de una hora.
Luego recogió otro trozo de tela y lo miró fijamente por un rato. Le dijo a Sylvia:
—Syl, ¿por qué no me ayudas a escribir algo?
No tenía idea de qué coser y no sabía pintar, entonces le pidió ayuda a su amiga.
Sylvia tomó el trozo de tela y le preguntó:
—¿Qué quieres coser?
Sherry reflexionó.
—¿Un girasol? Mante