Tara lo miró expectante.
Era como si un cuchillo se clavara en su conciencia. Aquella débil mujer había iluminado su oscura juventud y lo había acompañado en sus días más difíciles.
Quiso ir a por Sylvia y darle una lección. Sin embargo, reprimió rápidamente el impulso.
Prometió que no volvería a entristecer a Tara. También le dijo que se quedaría con ella toda la vida. Le tendió la mano para secarle las lágrimas y le preguntó: "¿Qué quieres comer esta noche? Te acompaño".
Los ojos de Tara se iluminaron al instante. Lo abrazó y le dijo: "Me parece bien cualquier cosa. Comeré lo que tú quieras".
"De acuerdo."
Los ojos de Tara parpadearon, inclinó la cabeza y dijo: "Odell, aunque temo que Sylvia vuelva a interponerse entre nosotros, realmente quiero que encuentre una pareja adecuada con la que pasar el resto de su vida."
"Sí, lo sé." Tara siempre había sido amable y considerada.
Inmediatamente, Tara levantó la cabeza con una sonrisa y preguntó: "Tú también debes querer que Sylvia