Edmund le fulminó con la mirada. "Quítate de en medio".
Luego dio un paso adelante y se agachó delante de Sylvia. Extendió la mano y le cogió la cara, sonriéndole. "Niña, ¿sabes lo que pasará si me ofendes?".
Sylvia le espetó. "¡Ya suéltame!".
Edmund cerró los ojos, se limpió la saliva de la cara y la estrechó entre sus brazos. La miró como un lobo hambriento que mira a un conejo. "¿Me creerías si te dijera que te voy a coger aquí y ahora?".
Sylvia volvió a escupirle, dejándole sin palabras.
A su lado, el rubio y la cabeza de hierba también se quedaron sin palabras.
'¿Qué demonios? ¿Sigue jugando así?'.
Hubo un momento de silencio en la sala.
Edmund sonrió fríamente y miró a Sylvia con una mirada feroz. "Esta noche te voy a dar una lección. Lo juro por mi nombre".
En un instante, se levantó y la cogió en brazos. Luego, la arrojó directamente sobre el sofá.
Al mismo tiempo, la puerta se abrió de golpe y porrazo.
La figura alta y fuerte de un hombre se asomó al marco de la pue