Hoy Sherry no tenía nada en su agenda. Ya se había concedido a ella y a sus empleados varios días libres.
En cuanto a John, tenía un trabajo importante que realizar. Se iba de viaje de negocios y no volvería hasta dentro de tres días. Incluso antes de que terminaran de desayunar, Peter y su conductor ya lo estaban esperando afuera del patio.
Sherry se llevó a Caprice para que acompañara a John.
Cuando Caprice se enteró de que no vería a su padre durante los siguientes tres días, se puso muy triste nuevamente y se despidió de mala gana.
—Adiós papá.
John le pellizcó las mejillas y luego miró a Sherry con un brillo suave en sus ojos.
Sherry notó su expresión y le aseguró:
—No te preocupes, cuidaré bien de Caprice.
John sonrió y luego le acarició la cabeza.
—Cuídate también. Si pasa algo, llámame.
Sherry sintió una sensación de confusión en el pecho mientras respondía:
—Está bien.
—Vamos, tienes que llegar a tiempo.
John le dio una última mirada antes de sub