La imagen mental de John, recién salido de la ducha, se repitió involuntariamente en la mente de Sherry. Ella notó el rubor en sus mejillas e instintivamente intentó distanciarse de él. En un esfuerzo por distraer su atención, preguntó:
—¿Tiene alguna cita próxima?
John respondió:
—Hay una reunión más tarde y también necesito asistir a un evento esta noche.
Emocionada por la perspectiva, Sherry aprovechó la oportunidad.
—Entonces, ¿puedo llevarme a Caprice a casa primero?
John la miró de reojo y respondió:
—Esperaremos hasta que Caprice despierte.
—Es justo —estuvo de acuerdo Sherry.
Cuando John salió, Caprice se despertó de inmediato. Sus ojos se abrieron y exclamó con entusiasmo al reconocer a Sherry:
—¡Mami!
Sherry envolvió a Caprice en un abrazo y colmó de besos sus regordetas mejillas. Después de ponerle un abrigo a Caprice, la sacó de la habitación.
Mientras tanto, John estaba sentado en el escritorio de Sherry, abarrotado de montones de documentos. A