Queenie mencionó que había otras actividades divertidas en su residencia, para que pudieran hacer otras cosas también.
Como Caprice se había cansado de jugar con la excavadora, Sherry la levantó y siguió a Queenie hasta su jardín.
El lugar estaba lleno de varios juguetes bonitos y muy entretenidos: peluches de edición limitada, muñecos y hermosas figuras de acción. Sherry dejó a Caprice en el suelo y la niña se acercó ansiosamente a los juguetes.
Caprice seleccionó hábilmente los que le gustaban y los colocó sobre su camisa.
Sherry quedó asombrada; era evidente que las acciones de Caprice demostraban estar bien repetidas, parecía hacerlo a menudo. Queenie, con los brazos cruzados, parecía transmitir un mensaje de riqueza, declarando:
—Toma lo que quieras.
Después de un rato, Caprice se detuvo cuando no pudo meter más juguetes en su camisa y regresó con Sherry, mirándola con los ojos muy abiertos. Sherry preguntó si quería ayuda para cargarlos y Caprice estuvo de acuerdo.