Al día siguiente el cielo estaba despejado.
Cuando John despertó, su habitación ya estaba bañada por la luz del sol, en parte debido al tiempo que le tomó conciliar el sueño la noche anterior.
Caprice, vestida de blanco como un ángel, había despertado antes que él. Aunque no estaba demasiado enérgica, sus movimientos en la cama lograron despertar a John. Ella desempeñó el papel de enfermera, aplicando diligentemente inyecciones a sus muñecas.
Rodeado de animales de peluche, John se encontró en un escenario lúdico. Caprice, al notar su despertar, le informó con entusiasmo que pronto sería su turno de disparar. John sonrió y estuvo de acuerdo, sentándose lentamente.
Caprice, con su jeringa de juguete, le puso una inyección simulada. John, de buen humor, finalmente se levantó de la cama.
Luego, Caprice tomó el teléfono de la mesa de noche y encontró mensajes relacionados con el trabajo de Peter y otros. Entre ellos se encontraba el contacto de Sherry, aunque su último intercambi