Sylvia intervino:
—¡Si se atreve a regresar, le pediré a Ben o a Jacob que lo acompañen!
Los labios de Odell se apretaron mientras asentía.
—Comprendido.
…
Mientras tanto, dentro de la minivan que se fusionaba con el tráfico, John se reclinaba en el asiento trasero y usaba su tiempo para navegar por varias plataformas de redes sociales.
Los mensajes que envió anoche no fueron leídos y los que sí fueron leídos no obtuvieron respuesta. Parecía que tenía acceso limitado a las redes sociales.
Comenzó a revisar su correo electrónico. Entre el flujo de mensajes se encontraban correspondencia comercial de sus subordinados en la oficina, acuerdos contractuales de socios y clientes. Pero en medio del mar digital de comunicación, no había señales de mensajes personales y mucho menos una respuesta de esa mujer.
La preocupación se apoderó de sus pensamientos. ¿Estaba tan debilitada que ni siquiera podía responder a tus correos electrónicos?
La contemplación frustrada frunció el