Cuando el reloj dio las diez, Sherry caminó, mostrando poco interés en mirar a John.
Simultáneamente, cuando Sherry salió al patio, John entró en la habitación.
La luz de la luna iluminaba su rostro a través de los cristales de sus gafas, enmascarando las emociones ocultas bajo su exterior.
Sin demora, se aventuró al patio. De repente, un par de brazos lo abrazaron por detrás.
—John, ¿te vas? —La voz pertenecía a Shannon. Ella se apretó contra su espalda, su tono cálido e invitador.
El ceño de John se arrugó, sus manos instintivamente desenredaron su agarre mientras giraba para enfrentarla. Suavemente, le acarició la cabeza con una sonrisa casi mecánica.
—Sí, un asunto urgente requiere mi atención. Puedo estar fuera por unos días.
La expresión de Shannon se agrió.
—¿Otro viaje de negocios?
—Sí.
Sus ojos se tiñeron de tristeza, el más mínimo rojo insinuando su decepción.
—John, han pasado dos meses desde nuestra boda y todavía no hemos pasado una noche juntos.