Al poco tiempo, Sylvia tenía tantos animales de peluche que Flint no podía quedárselos a todos. Tuvieron que pedirle a alguien del personal que trajera una bolsa para llevar a todos.
Con el tiempo, Flint perdió interés.
Envolvió sus brazos alrededor del cuello de Sylvia y murmuró.
—Mamá, Papá, Papá...
Parecía que quería ver a su padre.
Sylvia miró su reloj, sólo había pasado una hora desde que se separaron.
Le habló con ternura a Flint:
—Flint, juguemos un poco más y luego encontraremos a papá, ¿de acuerdo?
Flint hundió la cabeza en el hueco de su cuello.
—Papi, papi...
Ahora estaba decidido a ir a ver a su padre.
Sylvia suspiró suavemente.
—De acuerdo.
Dejó la sección.
Tan pronto como salió de la sección de la máquina de garras, escuchó a Sherry gritar descaradamente:
—¡Mueran, bastardos!
Llevaba una pistola grande en sus manos y descargó una lluvia de balas contra un gran grupo de zombis en la pantalla.
Parecía estar utilizando el juego para desaho